Fernando Martín Aduriz

Dirección única

Fernando Martín Aduriz


El sufrir del envidioso

30/07/2024

Se dice que muchos envidiosos se dibujan muy bien desde la infancia donde el niño envidioso se muestra sin filtro. Y que el esfuerzo educativo puede acabar con ese mal de la envidia a base de palabras, pero no es buena educación lo que evita la proliferación de envidiosos. Creo que se ignora el motivo auténtico que moviliza al envidioso desde la infancia.
La escena es conocida por todos. Dos niños se disputan un objeto. Los adultos entran en la escena y dan solución salomónica, compartir el objeto a tiempos iguales, o pedirle al propietario del objeto, que suele argüir eso precisamente, que es el auténtico propietario del objeto en disputa, que se lo preste un poco. Si el propietario accede saliéndose de la escena, y dejando al quien envidia el objeto solo en su disfrute, entonces, al poco tiempo, casi de ipso facto, el interés del usufructuario desaparece y deja abandonado ese objeto por el que había peleado. 
Conclusión: la envidia del niño no es querer el objeto del otro, sino algo muy distinto, ser el otro. Tener el mismo deseo subjetivo respecto a ese objeto, gozar de él siendo el otro, lo que le llevará a copiarle, seguirle, saber de sus gustos… 
Nada desespera más a una chica jovencilla que tener a una "copiona" al lado. Nada enfada más al intelectual o al creador que alguien, sin ideas en la cabeza, meta su cabeza en las ideas ajenas y las haga suyas. Nada dispara la agresividad pasiva más que la constante mirada del envidioso, y nada aumenta la agresividad activa más que la disputa del mismo objeto amoroso, como se pone de manifiesto en el desear siempre el hombre de la otra o a la mujer del otro. 
He escuchado muchas veces la expresión «me tiene envidia». El envidiado sufre debido a que las soluciones para evitar la molesta mirada envidiosa le conducen al aislamiento o al odio. Pero el envidioso tiene el sufrir de quien nunca encuentra la paz, pues al no ser objeto alguno concreto lo anhelado, sino el fulgor del brillo de los ojos de los demás, esto supone que nada acaba por darle satisfacción en la vida, está desde su tierna infancia mal situado para lograr encender su propia luz y perseguir su propio deseo.