Vivimos unos días de agitación informativa referida a asuntos diversos, pero siempre de gran interés. El presidente del Gobierno que no tiene intención de cumplir con su obligación de presentar los presupuestos del año actual, tiene que afrontar situaciones tan complicadas como los casos de corrupción que afectan, presuntamente, a su esposa, al fiscal general del Estado, al señor Ábalos y sus Koldos, etc. Para evitar estos desagradables asuntos, la sentencia absolutoria al futbolista Alves vino a desviar abruptamente la actualidad informativa. Por si la sentencia no fuera suficientemente provocadora, allí estaba María Jesús Montero para poner el punto feministoide gritón y bullanguero con su extemporáneo comentario rechazando una de las bases de toda democracia y de los derechos humanos, así como uno de los pilares de nuestra Constitución: la presunción de inocencia. Obligada por las lógicas reacciones producidas, hizo unas manifestaciones de inane rectificación en un ejercicio de funambulismo, culpando a la oposición de, lo que según ella, fue una incorrecta interpretación de sus clarísimas palabras. En ese discurso disparatado hay que situar las continuas críticas a los jueces que no coinciden con los intereses del Gobierno, así como la permanente práctica de fracturar la sociedad española. Siguiendo la táctica propagandística del Gobierno, se extendió una densa cortina de humo con unas extemporáneas declaraciones sobre la universidad privada, tildada de chiringuito y utilizada burdamente para ahondar en la división social, menospreciando el derecho a la libertad de elección de los ciudadanos para elegir su educación. El sistema educativo español presenta importantes deficiencias, especialmente en el tramo de la educación secundaria. Reducido el bachillerato a solamente dos cursos con contenidos insuficientes y paupérrimo nivel de exigencia, los estudiantes acceden a la educación superior con fundamentales carencias. Pero de eso no se habla. La semana concluyó con el desconcertante discurso del presidente de los Estados Unidos que con su política arancelaria nos ha hecho olvidar que no habrá presupuestos tampoco este año.