Siempre ha sido común considerar a Palencia como Tierra de Campos, productora de grano y ganados, corderos sobre todo, junto con otras materias primas. Poco tuvo que ver, históricamente, con la industrialización que tanto se dio en Barcelona o Bilbao. Tierras agropecuarias y algo mineras, productora de materias primas. Esto es fundamental y es sensato mantenerlo, aunque la minería se abandonó por importar las piedras, más baratas, en las afueras del mundo. Pero el planeta fue mutando hacia un mercado global y las relaciones o la reelaboración de lo material, industrial, y su mercado fue tomando el primer plano del desarrollo en los pueblos. Los países más ricos hoy son los más desarrollados tecnológicamente. La mente, es decir, la ciencia estudiada a conciencia, con su brazo tecnológico, se hizo imprescindible y lo vemos claramente con la medicina, las comunicaciones por dispositivos telefónicos o con ordenadores, e incluso en el campo. ¿A quién se le ocurre arar con yunta de bueyes hoy? El último tractor hoy hace en unas horas lo que antes requerirían cientos de personas o meses de trabajo, tampoco se corta la madera con hacha apenas, pues la mecánica sierra adelanta mucho más y libera de enormes trabajos. Palencia vende buenos quesos, trigo, cebada, lanas y carnes de reses y ovejuelas, pero el futuro está en el desarrollo intelectual que se aplica a hacer más fecunda la realidad. Así, leemos que ya la capital roza el millón de viajeros en tren, aumentando un 190% en un santiamén. Viajeros significa también turismo y negocios, prosperidad... Las infraestructuras de transporte, actualizadas y de máximo rendimiento, se suman a intentos como el de 'Palencia Ciudad de los Cuidados', centrándose en la tecnología. Bien lo investigan en China, técnicas para cuidar a enfermos y mayores, robots, química... A todo lo que ayude, ¡bienvenida sea! Pero no olvidemos mantener las raíces en el suelo, la producción esencial de alimentos, y las personas, que siempre han de reinar por encima de los aparatos y los sistemas, y no al revés, esclavizándonos con sus requerimientos.