Organizan nueva red de aparcamientos seguros para bicicletas en Palencia y bien está que se anime a usarlas, pues permite mantener en forma a quien las usa sin contaminar, haciendo ejercicio, y además apenas ocupan sitio. Solo pongo reparos a la forma de dichos aparcamientos para que no se coloquen junto a los antiguos y hermosos monumentos, rompiendo el ambiente o el ecosistema cultural.
Quien deja de usar el coche favorece el tráfico de los demás. Ahora hay bicicletas muy costosas, incluso más que algunos automóviles. Mejor limpitas, que no se mojen, que no las roben... Recuerdo cómo en la germánica Friburgo, los estudiantes se trasladasen en bici a las clases, la ciudad era para peatones y ciclistas en su centro, algunos tranvías que de vez en cuando pasaban con alboroto de metales. Tintineos de los ciclistas pedían paso, aun lloviendo. Luego encontré lo mismo en Oxford y en otros lugares, no especialmente favorecidos ni por el sol ni por el calor. ¿Por qué usar motor, cuando las piernas rápidamente y por una ciudad plana saludablemente te llevan?
En Madrid creció mucho el transporte en bicicleta desde que lo favorecieron con las alquiladas y carriles propios, para no ser aplastados por camionetas, autobuses o coches. Aun así, las grandes ciudades padecen un tráfico irritante, enorme y peligroso para los viandantes. Si están en elevaciones, subir o bajar a algunos les cuesta, si no tienen la ayuda de los eléctricos motores. Mucho está evolucionando el mundo del transporte, también con patinetes, y es hermoso que disminuya la contaminación, el ruido y el peligro de nuestras avenidas y calles. El planeta no aguanta tanto gasto inútil, no podemos derrochar tanto combustible, metales y otros materiales como cuando tomamos solitarios el volante. La concepción de las ciudades está cambiando, afortunadamente. Después de conocer México o Nairobi, entre otras ciudades, descubrí cómo los mortales pueden engendrar el infierno en lo que antaño fueron paraísos o lugares escogidos. Ya el que haya un excesivo amontonamiento de millones seres humanos en un lugar lo convierte en inhumano, paradójicamente. No ocurre esto en nuestros paisajes y si crecemos, sea hermosamente.