Antonio Álamo

Antonio Álamo


Amarillos

02/01/2025

Entre los amarillos hay uno cuya historia está llena de sorpresas, entre otras razones porque, además de ser poco conocido, circulan tópicos inexactos sobre sus orígenes, ingredientes y elaboración. Se trata del amarillo indio, tonalidad no tan popular como los amarillos de cadmio, limón o Nápoles pero igual de útil. O más. Sus orígenes no están claros y los intentos por dar consistencia a las leyendas sobre cómo se creó han resultado infructuosos. Y lo mismo puede decirse sobre sus ingredientes y elaboración ya que las pesquisas e investigaciones más que conclusiones abrumadoras han logrado generar risas generalizadas, incluso entre los descendientes de aquellos supuestos artesanos indios. Para colmo, la denominación que recibe en honor al país de origen resulta inexacta porque hay fuentes documentales y pictóricas que sitúan su arranque y difusión en la antigua Persia o en la actual China. De indio, pues, solo el nombre
De aquella historia sobre la utilidad pictórica de la orina evaporada de vacas alimentadas con hojas de mango en la India lo único que queda es un hermoso capítulo en el libro Color (Capitan Swing. 2003), de Victoria Finlay, donde figuran descritos minuciosamente todos y cada uno de los avatares que le permitieron desmontar de forma tajante y con éxito una leyenda más internacional que urbana: la teoría que circuló durante dos siglos era falsa. De hecho, todo indica que su origen se halla en el mundo vegetal aunque se ha sabido más tarde. Adiós a otro mito. En la actualidad el amarillo indio debe su nombre a una alternativa sintética conocida, el pigmento PY 110, de excelente luminosidad, muy brillante, resistente a la luz y químicamente estable.
La historia de este color puede resultar anodina y aburrida porque, seguramente, a la mayoría le importe un bledo la trastienda que lo rodea desde que empezó a usarse en el mundo oriental o tal vez porque la pintura no llame su atención. Sin embargo, permite recordar una vez más que la realidad no siempre es coincidente con la imagen que tenemos construida, bien sea por desconocimiento, ligereza, romanticismo o porque -y esto sí es preocupante- ha sido modificada para que nuestra visión se ajuste a lo que otros quieren que veamos.

ARCHIVADO EN: Nápoles, China, Documental, India