Carmen Casado Linarejos

Epifanías

Carmen Casado Linarejos


¡Qué semana!

21/07/2024

Para el periodismo, el verano suele ser sinónimo de sequía informativa. Aparte del calor, las playas y los devaneos amorosos de los famosos, poco más suele haber. Pero lo que ha ocurrido durante la semana que concluye ha sido extraordinario. 
En la política nacional, la noticia la protagonizó Vox al anunciar su salida de los gobiernos de las  cinco comunidades autónomas que compartía con el PP. Los abundantes comentarios han ofrecido toda clase de interpretaciones, pero ninguna ha dado crédito al motivo que adujo el señor Abascal por extemporáneo e innecesario. El tiempo nos mostrará las verdaderas razones y las consecuencias de tal decisión que parece  motivada por un modo de mimetismo con el RN francés; pocos lo consideran acertado. 
Pero las noticias que verdaderamente nos sacudieron a la mayoría de los españoles fueron las deportivas. La tarde del pasado domingo resultó tan extraordinaria que nos mantuvo clavados frente al televisor durante horas. La entrega de Carlitos tan generosa como su sonrisa para ganar el torneo tenístico en ese escenario tan elegante y difícil como es Wimbledon, no fue más que el preludio de lo que iba a ocurrir durante el resto del día. 
El triunfo de la selección de fútbol unió a la mayoría de los  españoles en una explosión de alegría, aunque como ocurre con todo en nuestra sociedad, está siendo politizado. El indiscutible éxito de dos jugadores españoles procedentes de la inmigración se festejó de modo desafiante a la oposición calificándola de  xenófoba y racista. El pasado miércoles, en sesión parlamentaria, el Presidente del Gobierno trató de hacer suyos los éxitos del deporte español, incidiendo en la profunda división entre los ciudadanos al abrir el camino a las intervenciones de sus socios en el Gobierno. Los portavoces de esos grupos parlamentarios no se esforzaron en disimular el disgusto que les produce el éxito de nuestros deportistas que, según ellos, no les representan. Rufián lo llevó a su terreno en un alarde delirante, atribuyendo el triunfo de la selección a la presencia de jugadores catalanes y vascos de los que siempre -según su reducción al absurdo- nos hemos aprovechado los españoles. Y es que los de siempre siguen con lo de siempre.