Carmen Casado Linarejos

Epifanías

Carmen Casado Linarejos


El español

25/08/2024

Parece mentira, pero desgraciadamente, es real. Me refiero al empeño que parece existir en atacar nuestra hermosa lengua. Empezando por su nombre: pocas veces se utiliza el término español para designarla. Es frecuente sustituirlo por el más inexacto de castellano, ya que este designa el modo de hablar español que tenemos los castellanos, que no es igual al español de otras regiones y países hablantes de nuestro idioma. Una lengua cuyo uso está tan extendido en el mundo presenta variables que, si bien no afectan a la comunicación entre los diferentes usuarios, ofrecen variantes tanto léxicas como fonéticas. Este hecho impide que designemos con el nombre de castellano al modo de hablar español de un canario, un catalán o un mexicano. Sin embargo, hemos aceptado ese término sustitutivo del más correcto y exacto de español por el deseo de convertir una lengua universal en una menor al reducirla al ámbito regional. Es lamentable la indiferencia y a veces, el desprecio, con que tratamos al español. Hace unos días, leía en la prensa que la embajada de Francia logra tras una ofensiva que el español deje de ser obligatorio en las aulas de Brasil. A esta iniciativa se unieron las misiones diplomáticas de Italia y Alemania por considerar que el aprendizaje de sus respectivas lenguas se vería amenazado en los Institutos de Educación Secundaria brasileños. A este respecto, no he conocido ninguna respuesta de parte del Ministerio Español de Cultura, presidido por el señor Urtasun, quien parece más ocupado en descolonizar museos que en defender la enseñanza del español. Por otra parte, asistimos entristecidos a los ataques y persecución que, en España, recibe el uso del español por parte de nacionalistas que prohíben su uso en la escuela y en los organismos oficiales. Pero esos ataques a la lengua común de todos los hispanohablantes la llevamos a cabo los hablantes con la negligencia y descuido de la corrección en su uso. Cada vez son más numerosos los anglicismos innecesarios que afean y entorpecen al idioma. La ortografía deja de tener importancia en la enseñanza. La constante expansión de las redes sociales incide en el deterioro lingüístico. Es uno de los pocos valores nacionales que nos quedan. Tenemos la obligación de cuidarlo.