Es muy popular esa frase castellana, en la que al referirse a que se precipitan las cosas que requieren más calma y reflexión se diga: -Te has adelantado, como el almendro - No sé cuánto se adelanta el almendro, según el refrán, pero sé cuánto se está adelantando la antesala navideña. Y es sorprendente que desde hace un mes los centros alimentarios estén a rebosar de las golosinas propias de unas fiestas, que ya nos rondan, pero que tendrían que esperar en la escalera a que les llegue su turno, aunque los optimistas, mucho antes de que nazca, en este caso todo un rey, ya nos inviten a celebrar su bautizo celestial. En muchos de estos establecimientos y rodeando el espacio de la balanza, entre mazapanes, polvorones, mantecados, bombones....y tantos etcéteras, casi queda la tal balanza escondida. ¡Demasiada anticipación y abundancia desmedida ! En las calles, los laterales que sujetarán relucientes, brillantes y preciosas felicitaciones, también, ya hace muchos días, que se muestran muy iluminados y a la espera de maravillosos centros. Y así...y así todo. La propaganda sobre las rebajas en el mes de enero, muestran joyas, ropa, regalos... y todo ello rebozado en música, luces y ambiente navideño, y donde las modelos están preciosas, tanto, que hasta la mona lisa estaría monísima. Metidos ya entre el anticipado ¡¡ e e e e e e a !! , se deja de lado la prosa -tan poco coloreada a juicio de los que andan entre nubes- de subida de salarios, pensiones, bajada de precios en alimentos básicos. Dirán los decretantes correspondientes que si nuestros queridos antepasados se conformaron con el amor familiar, compartido al calor de llama y disfrutaron de alimentos básicos como sopita de ajo, torreznos, castañas asadas, queso y, sobre todo, muchísimo cariño, y que se incrementó con la cercaní ¡¿cómo se van a conformar con esas cosuchas los tertulianos navideños actuales, los del ¡guau ! ¡guay ! ¡me mola!, metidos entre jolgorios con sus cejas partidas en dos mientras sus teléfonos móviles no paran de dar la tabarra?! No tenemos más remedio que soportar los inconvenientes que acarrean los adelantos, aunque tengamos que retirar tanto dulcerío como el que nos impide despejar la balanza en la que intentamos pesar lo que nos permite el bolsillo. Pues sí, cada año nos alejamos un buen trecho de tradición, cariño, amor y armonía familiar, a pesar de que en otras cosas nos adelantemos, cómo el almendro.