Javier San Segundo

Ajo, guindilla... y limón

Javier San Segundo


¿Hasta dónde? (y II)

08/02/2025

Les prometí, en aquellas, algún agravante y no quería que se quedara en el tintero por la sinvergonzonería manifiesta que se embadurna en el barro de sus insultos. Hagamos memoria. Me retrotraigo, si me permiten, hasta principios de noviembre. Analizábamos cuál es el límite de la libertad de expresión en las redes sociales, y en la vida, y si la humillación o el insulto al prójimo tienen cabida en la consecución a toda costa de likes y seguidores y, además, con ese pestazo a autenticidad de goma que provoca arcadas del asco que da. Les recuerdo la situación. Y es que un individuo que ostenta el título de influencer decidió por aquellas fechas expresar cómo defecaría sobre la progenitora de alguien, no sabemos muy bien de quién, a la que además le otorgó alegremente y de manera tácita el título de meretriz, o sea que se «cagó en su puta madre», fíjense, por una alarmante insatisfacción con la elaboración del café servido en un establecimiento hostelero (y es que viendo el vídeo, hasta en eso estoy en desacuerdo, pero no voy a meterme en esa harina porque el gusto personal es soberano y, aunque a veces joda, hemos de seguir respetándolo aunque tratemos con interfectos de esta calaña). El asunto es que este señor es médico. Sí, sí… ¡¡¡médico!!! Una profesión, y sus profesionales, que permanente y lamentablemente sufren agresiones verbales y físicas, amenazas y momentos de verdadera tensión y estrés. Y una profesión, y sus representantes, que, lógicamente, más campañas orquestan en contra de todo este tipo de agresiones y que en no pocas ocasiones devienen en ansiedades, depresiones, pánicos y fobias. Ojo… y no te veas en una de esas que te sientes morir y tu existencia se torna calvario. Pues ahí le tienen, al doctor, cagándose en la puta madre de alguien porque no le ha gustado su café. Repartiendo agresiones virtuales contra las familias que hay detrás de un local. Hay que tenerlos cuadrados y faltos de lo que tienen que tener para hacer lo que hizo. Quizás intente mostrar de esta manera la entereza de la que adolece. Porque se le nota malfollao. Desde esta quincenal, en la que somos muy educados, a la señora madre del Che Guevara del Capuchino le mandamos un afectuoso saludo y todos nuestros parabienes.