Antonio Álamo

Antonio Álamo


Arrebatos

31/10/2024

Dos de los asuntos que despiertan interés en la opinión pública española los han protagonizado un club de fútbol y un representante político. Han ocupado tertulias, páginas de periódicos, programas de radio e incluso momentos en una amplia gama de espacios televisivos. Uno y otro son los dos protagonistas principales de la actualidad para casi todo el mundo excepto para ciertos representantes de los principales partidos del país, PSOE y PP, para quienes el interés reside en la panoplia de adjetivos que dedican al oponente. Nada nuevo por otra parte en quienes las orejeras les impiden percibir asuntos como los que han colocado al Real Madrid y a Íñigo Errejón en pedestales deplorables.
Como se ve, hay algo más que la política y la destrucción del adversario. De hecho las reacciones de los citados invitan a fijarse en otros planos como el rechazo a última hora de uno a la asistencia a un acto oficial al sentir que el presumible ganador del Balón de Oro no iba a ser uno de sus jugadores, o como la respuesta del otro, que se dedica a tocar el culo a alguna que otra mujer y echa la culpa al neoliberalismo. Al neoliberalismo, a la sociedad patriarcal y a una disociación cognitiva. Vale. Ahora va a resultar que uno tiene que ganar y si no gana pues se suspende el viaje, se echan pestes y se da plantón a la vieja usanza pese a que además del galardón citado sí había otros pendientes de recibir, como era el caso del trofeo al mejor entrenador.
Lo otro, lo del neoliberalismo y el patriarcado, es una disculpa patibularia en un alegato de lenguaje farragoso que además carece de una elemental disculpa hacia la persona afectada y que deja entrever cierta soberbia intelectual, frecuente en quienes consideran al resto como personas de inferior categoría. Por lo demás, arrebatos de estas características, ahora que tanto se cuida la imagen, retratan a ambos aunque por motivos diferentes. Y si se deja a un lado el capítulo de proyección exterior y se contempla con un mínimo de humanidad todavía es peor porque demuestran, cada uno en su estilo, que están asilvestrados. No es, pues, descortesía ni neoliberalismo, es otra cosa y tiene que ver mucho con el engreimiento y el mito de Narciso en la versión de Ovidio.