La Unión Europea se creó para joder a Estados Unidos. La frase, más o menos literal, es reciente y quien la ha pronunciado es un presidente de un conocido país. Es el mismo que hace muy poco autorizaba órdenes de deportación y anunciaba que concedería la Tarjeta Dorada a quienes aportaran 5 millones de dólares… ¿edificante? Bueno. Todo depende pues Caracalla otorgó en el 212 la ciudadanía a casi todo el mundo, aunque tenía razones pues así pudo recaudar más impuestos y sostener mejor el imperio. Y lo mismo podría decirse de las cruzadas. Sobraba gente y había que embarcarlas en ciertas aventuras. Llamemos a las cosas por su nombre y dejemos todos –conservadores, progresistas, apolíticos y demás- tanta milonga, tanto tópico y tantos estereotipos.
¿Para joder a Estados Unidos? Más bien no. Los fundadores no estaban en condiciones de ir contra nadie porque primero tenían que recomponer países, estructuras y sociedades tras una guerra donde nada quedó en pie. Sin embargo, dos antecesores de Trump y Vance, Truman y Marshall (secretario de Estado), sí temían que la desastrosa situación económica de Europa Occidental provocara un avance de los partidos comunistas locales, obedientes a Moscú. Y de ahí, de ese temor, surgió la necesidad de crear un plan de ayuda económica que no solo pretendía mejorar las condiciones en Europa sino también reducir la influencia de la órbita comunista y, de paso -¿curioso, verdad?-, abrir sus mercados a los productos norteamericanos. Se llamó European Recovery Program pero es conocido como Plan Marshall.
El importe de la ayuda (entre 1948 y 1951) fue de 12.700 millones de dólares y se cumplieron los objetivos políticos pues permitió eliminar la influencia comunista en la zona occidental e impulsar la Unión Europea, única forma de que los países invadidos por Hitler aceptasen la integración de Alemania en el bloque defensivo occidental. Luego vendría el Plan Schumann pero eso ya es otra historia. Y por cierto, no hay que sorprenderse ante la descortesía sufrida por Zelenski en la Casa Blanca… Poco antes de la conferencia de Postdam, Molotov, ministro ruso de Asuntos Exteriores, fue recibido con gritos y reproches por el presidente Truman. Es lo que tiene el mesianismo.