Antonio Álamo

Antonio Álamo


Campañas

27/02/2025

Hubo una vez, en realidad fueron varias, en que en España se originó una protesta consistente en rechazar productos catalanes, entre otras razones ¿lo recuerdan? porque equivalía a una represalia comercial a una región envuelta en afanes separatistas, al menos de un sector de la clase política. Sin ir más lejos, una parte de la ira se dirigió contra el cava aunque con una particularidad muy curiosa puesto que a continuación se completaba la recomendación indicando que en estas tierras existía un producto parecido, los vinos espumosos, con lo cual se solventaba la papeleta desde una perspectiva dual: hacíamos daño al vecino y favorecíamos a los de casa. Provincianismo en versión doméstica. El mismo que se observa cuando alguien pide un Rioja en un bar de la capital de la región y de los vinos de Ribera del Duero. No lo excomulgan porque Papa solo hay uno y, por suerte, está en Roma y no en Castilla y León.
Puede ocurrir lo mismo ahora con otros productos si el establecimiento de aranceles a diestro y siniestro sigue su curso y se aprueba. Si es así habrá que estar a la espera de similares campañas provincianas de venganza solo que ahora además de provincianas tendrán alcance internacional. Y de sus repercusiones. Pueden afectar a los coches, vinos, aceite de oliva, tabaco, industria farmacéutica (ojo con esto último) y una larga ristra de productos de muy diversa índole cuya enumeración se irá conociendo. En ella podrían incluirse las acuarelas Daniel Smith, de calidad reconocida, pero sometidas también a ese vendaval de represalias que flota en el ambiente ¿es justo?
Pues depende de cómo se mire. Si uno se ampara en cierto provincianismo lo lógico es que se desechen porque están fabricadas en Estados Unidos. Si, por el contrario, se tiene en cuenta la calidad del producto no se necesita llegar a ese extremo porque tiene más cerca, en Europa, marcas prestigiosas –Schmincke, Winsor & Newton, Sennelier, Rembrandt y otras- a precios muy inferiores y trayectorias, estas sí, acreditadas durante dos siglos. La cuestión, pues, estriba en pensar que además de aranceles pueden existir otros elementos que deben ser tenidos en cuenta y que quizá, aunque a simple vista no lo parezcan, son más importantes.