Carmen Casado Linarejos

Epifanías

Carmen Casado Linarejos


Justicia

11/08/2024

Cuando Pedro Crespo, alcalde de Zalamea, proclama que la justicia es única para todos, sin distinción de clases, ya que los hombres son sustancialmente iguales, por encima de su posición social, su creador, Calderón de la Barca, ya defendió con toda precisión, la necesaria igualdad en el ejercicio de la justicia, por encima del rango social -un villano contra un noble- siempre que defendamos la recta aplicación de las leyes. Desde la Ley del Talión a la actualidad, las distintas sociedades se vienen rigiendo por principios similares que se basan en un concepto universal como es la igualdad, como proclama la comedia calderoniana. En nuestra España, sin embargo, asistimos a espectáculos poco edificantes de la actuación de la justicia. En función del color político de quien gobierne, se condena o se indulta a personas que manejaron en provecho propio, grandes cantidades de dinero público. Es el famoso caso de los ERE de Andalucía. Sorprendentemente, todos ellos afines al PSOE. Caso muy próximo hemos presenciado la aprobación de la Ley de Amnistía, mediante la que un grupo de personas procesadas se benefician, de modo exclusivo, no sólo del indulto sino de la total amnistía a cambio de sus votos que garantizaron la investidura de este otro Pedro, tan opuesto a su tocayo calderoniano. Y en estos días, cuando ya creíamos haber llegado al límite de la manipulación de la justicia, observamos el mismo trapicheo para que el PSOE coloque a uno de los suyos en el gobierno de Cataluña en perjuicio de la economía del resto de los españoles. El pasado mes vivimos otro episodio de burla a la igualdad de los ciudadanos ante la Ley a propósito de la demanda judicial a la esposa del presidente del gobierno para declarar por presuntos casos de corrupción. La reiterada negativa de la señora y de su esposo a declarar da la sensación de que hay algo oscuro que ocultar. La actitud de soberbia por parte del presidente de no acudir al juzgado y obligar al juez a desplazarse a palacio para no declarar ya es, en sí, irritante. Y el colmo de la arrogancia se exhibió al invertir el procedimiento y recusar al juez. Qué lejos estamos de la deseada igualdad de todos ante la Ley.