Día de los sueños de las personas adultas. Es temprano y ya se escucha el run, run del día en la radio del vecino que espera a oír cantar a los niños de San Ildefonso el número premiado que guarda en su bolsillo. Gracias a la magia de la imaginación, en tanto que las bolas no salgan del bombo que reparte suerte, la ocasión de vivir historias impensables está al alcance y disfrute de todos. Y el milagro existe y es maravilloso que, por una vez al año, todos los pueblos de este país estén de acuerdo en algo. Pero en la viña del Señor, hay muchas Elisas anónimas. La señora Elisa que conozco, madruga menos que su vecino. Sus piernas no le hacen caso y deben atenderla, y en cuanto puede pasea en su silla de ruedas por los pasillos impulsada por la fuerza motriz que le abastecen sus flacos brazos. Tiene más de 98 años y disfruta de una memoria clara y diáfana. También tiene más de ocho hijos y vive con la esperanza de que algún venturoso día vengan a verla. Elisa no se fía de nada ni de nadie; algo hay que hace pensar. Estar siempre prevenida no es bueno ni para ella, ni para quienes la rodean. Es como el gatito escaldado que huye del agua fría y a la menor, enseña las uñas y, en este consorcio, culpabilizar a otros de las acciones propias, mantiene escaso umbral de tolerancia. Hay gente que vive sola ya sea en residencias o en su casa; que arrastran cantidad de relatos cargados de emociones, buenos y menos buenos, que intentan encontrar su sitio sin el deseo de más. Lo malo es que todos sabemos que hay muchos mayores en eterna soledad que nadie los acompaña y nadie va a verlos. A Elisa le gusta observar. Su espacio, es el mismo que el de otras personas invisibles donde quiera que residan. Un mundo donde tienen su hogar y donde imaginan, lloran y enfadan, no sé si en ello incluyen el lamento de su mala suerte. La mirada de Elisa esconde muchas preguntas. Es posible que su vida no le haya tratado bien, porque ella desconfía de todo y en todas partes ve rechazo. Y eso, para quienes lo padecen, sería bueno cambiarlo. Hablemos con confianza porque todos queremos seguir siendo nosotros.
Feliz Navidad y un 2025 sin egoísmos.