Cuando te hagas mayor, lo sabrás. Te aseguro que no te hará falta ni una sola palabra. Bastará con que observes. Entonces, podrás comprender el silencio de alguien entretenido en mirar a través del ventanal que conecta con el parque cercano. Te sorprenderá la agilidad con la que repasa los árboles de hoja caduca y, aunque ensimismado te ha visto, preguntará: ¿A que no sabes cuantos pájaros hay en la copa de aquel árbol que ya no tiene hojas? Pocas veces se nos presenta la oportunidad de comprender algo que, pasado el momento nos resulta una bobada. Incluso cuando creemos que ya se ha escapado de nuestra memoria, aquella frase sigue allí esperando a ser entendida. Contemplar y contar los pájaros que hay en hilera en la rama de un árbol puede y es, un bonito pasatiempo. Sin embargo, uno de los peores matatiempos que puede ocurrir a cualquier persona especialmente si es mayor es estar atrapada entre el ramaje de la soledad no deseada. La siguiente fase será cerrar los ojos. Ya no habrá esfuerzo alguno por abrirlos de nuevo a la vida. Sin ayuda adecuada será difícil. Hay un algo que desconocemos, que lleva a la persona por otros derroteros. La soledad y el dolor suele ser tema corriente de conversación y si la mente responde, el trajín sigue: lunes físio, miércoles neurólogo, sábado viene el nieto, no debo olvidar la propinilla, claro que esta, la recuerda él. Y así, pasa un día y otro en son monótono que si supiera jurar en hebreo lo haría por no poder salir a dar una vueltecita por la calle Mayor y saludar a los amigos de siempre tomando un café en una terraza cercana. El miedo a caerse por las condiciones del pavimento y el temor a no levantarse atormenta. El dolor es un mal necesario que alza la voz para avisar que algo va mal, pero nadie quiere el tipo del dolor de una caída. Mientras la cabecita aguante, ha de seguir, debe seguir y tiene que seguir. Egoístamente por él, y por los que están peor que él. La edad es un factor crítico y las preocupaciones acumuladas de toda una vida pasan factura y en eso, no hay desgravación que valga. Al cabo del día preguntará lo mismo: ¿Qué hemos hecho para merecer esto?