Todavía el otoño rememora los buenos momentos del verano, con un clima más dulce a menudo, y por eso muchos siguen haciendo su peregrinación a Santiago, como un camino interior que se desenvuelve mientras se hacen sendas y se engullen paisajes al caminar, por fuera. No es extraño que grandes personajes hagan esa ruta y así lo vimos en primavera con los reyes de Bélgica y sus hijos, al igual que lo hicieron muchos otros coronados y potentados, pues todos caminamos en la vida y nacemos para morir en este mundo, para despertar, según esperamos, en el otro. Príncipes o mendigos, todos caminamos y lo que importa, como decía Calderón, es hacer bien nuestro papel en este gran teatro de la vida, según lo que nos haya tocado al nacer y con las oportunidades que pudimos tener, las que aprovechamos o no, para mejorar nuestra condición. Pero la que importa es la interior, la que hacemos con nosotros mismos y alrededor.
Al morir nos examinarán del Amor, decía San Juan de la Cruz, cuya festividad poética dentro de poco celebraremos..., y no está tan lejano esto de lo que decía Sócrates al final de sus días: «¿He hecho mejores a quienes me rodean?». Hacerlos mejores es hacerlos más felices. Y eso llena de sentido cualquier vida, pues estamos aquí para ayudarnos a ser mejores y más felices, unos con otros. Teresa de Jesús decía que a Dios no lo vemos y no sabemos a veces si le amamos verdaderamente y cómo, pero sí logramos mayor certeza cuando amamos al prójimo, pues es más visible, y en cada rostro humano hemos de hallar el rostro divino.
Hacer el Camino no es solo hacer un recorrido, sino un zambullirse en la esencia de nuestro itinerario vital: qué pintamos en este mundo y para qué, pues hemos de reconsiderar el rumbo de lo que hacemos y, también, cómo lo hacemos. Vivir para el dinero, para egoístas placeres solo no es la mejor dirección para lograr la plenitud y sí la más apropiada para extraviarse y encadenarse, para padecer, pues muchas veces no se consigue.
Las lluvias otoñales desdibujarán las huellas, pero otras vendrán. Algunos senderos se estropearán, pero vendrán otros que los arreglarán. Caminaremos