Montaigne afirmaba que no existen verdades absolutas, solo opiniones, sin embargo, la verdad absoluta es Dios, plasmada en la voz de los profetas del pueblo semita y reflejada en el Evangelio, y la verdad resplandeció en el imperio romano hasta que se expandió por todas las naciones. La Justicia es defensora de la verdad y la expresa en cuantas resoluciones tiene que decidir, con razonamientos jurídicos basados en las leyes, por ello mismo, la verdad es tangible cuando prevalece sobre los falsos testimonios, y al tiempo, desvanece la oscuridad del fracaso, triunfando sobre la vanidad. La verdad desde el conocimiento, estimula el entendimiento en todos los campos de la vida: social, política, religiosa, y académica, impulsando el diálogo y la comprensión. Desde ella, se comprende el sentido exacto de la ley natural procedente de la divina, y de la que proviene la ley positiva que rige los quehaceres y las conductas humanas en todos los tiempos. La verdad es patrimonio de los corazones incontaminados, ennoblece a la persona humana, esclareciendo la duda o la tibieza, y es esperanza ante la injusticia esparcida por cualquier lugar. Es una virtud que acrecienta la probidad del hombre y de la mujer, y desde la cual, se construye la igualdad y el respeto, también es una fortaleza frente a la hostilidad de la mentira o la maldad. Desde la verdad se perfeccionan los trabajos, los pensamientos y los esfuerzos humanos, se consiguen las sociedades perfectas, lográndose poderes que cumplen los objetivos prometidos, desde la cortesía y la objetividad. De la verdad surgen la honestidad, el buen juicio, el buen nombre y la dignidad humana. Cuando la veracidad prevalece sobre: la mentira, la deshonra y la ignominia, aparece la paz, y esta junto a la otra, ofrecen a los pueblos y a las naciones prosperidad y bienestar. No hay paz sin verdad, ni verdad sin paz, caminan juntas hasta la eternidad; la una y la otra conceden a la persona ilusión y felicidad, hacen que el mundo sea capaz de encontrarse en el diálogo y el buen juicio. La franqueza es el símbolo de la hidalguía entre personas, desde ella, se cumplen los compromisos adquiridos y se da fe de los pactos establecidos, obligando a verificar lo acordado.