Julio César Izquierdo

Campos de Tierra

Julio César Izquierdo


Libro-bus

29/03/2025

En el corazón de la meseta castellana un viejo bibliobús recorría los senderos conocidos, llevando con esfuerzo la esperanza de la lectura a los pueblos más pequeños. Sus ruedas estaban gastadas del uso, la pintura era un óleo templado y las marcas (páginas) del tiempo eran visibles en cada línea del chasis. Sin embargo, aquel artilugio rodante (Dante) ocultaba un secreto. Un milagro que solo el poder de los léxicos podía despertar, según Tiburcio versículo cuarto. Y así, una noche, bajo un cielo tachonado de estrellas, los reversos de los textos comenzaron a emitir un tenue brillo, como si quisieran recordar los susurros de un retrospectivo enterrado. Entonces, desde su interior, resonó una voz potente y bucólica: «No dejes de creer que las palabras y las poesías pueden cambiar el cosmos».Tela. Y en ese instante surgió la transformación. Sus neumáticos se desvanecieron, dando paso a unas majestuosas alas hechas de letras doradas que destellaban (ojo al dato) bajo la luz de la luna. Sin más (ni menos), emprendió el vuelo, surcando el horizonte eterno, regando cuentos, fábulas, dramas, teatros y pamplinas. En cada destino era recibido con asombro (mágico) y puntualidad británica. Porque, en el fondo (editorial), todos sabían que llevaba décadas haciéndolo y que así seguiría siendo. Una fortuna cultural. Es más, tal y como apunta nuestro narrador, un niño esperaba ansioso su aterrizaje. Aplaudió su llegada y gritó: «Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo» Flipante. Lo digo porque se ha formado un corro enorme. Todos escuchan con atención pletórica (ole) a mi buen amigo, que ha decidido entretener la espera. Seguramente sus inventos dialécticos no superen el contenido ni el continente del anaquel cultural, pero solaza, empatiza y fortalece la resiliencia (amén). Y justo ahora estamos al refugio del soportal porque hoy están cayendo chuzos de punta. Debajo del brazo (como el pan nuestro de cada día), dos novelas y un atlas ilustrado. A devolver y a retomar. Nada más placentero. Ya está aquí. Hoy seremos una media docena. Pero lo importante no es la cantidad, es el servicio que presta. Misión cumplida. Nos vamos al café, viendo que un pueblo que lee es un pueblo que sueña y vive. Sea.