Esta semana hemos conocido los planes de la Junta de Castilla y León para impulsar el desarrollo socioeconómico de la extensa zona de Tierra de Campos, que afecta a las provincias de León, Zamora, Valladolid y Palencia, comarca natural con personalidad propia modelada por el relieve, el clima y la vegetación, con uniformidad en su paisaje de llanuras, pero también uniformidad de sus producciones agropecuarias o su condición de vida. A lo largo de la historia paisaje y paisanaje han marcado el devenir actual, donde el ser humano ha intervenido para buscar su modus vivendi con la agricultura y la ganadería, con vastas extensiones de cereales que han alimentado a diferentes civilizaciones, con un muy definido e importante testimonio de los visigodos, entre castillos, iglesias o casas palaciegas, y con infraestructuras hidráulicas envidiadas, como el Canal de Castilla, o con itinerarios tan internacionales como el Camino de Santiago, entre otras ofertas turísticas, culturales y ambientales.
Ya en la segunda mitad del siglo XX, con una agricultura de mucha mano de obra en sus tareas y formas de producir, llegó la mecanización al campo, lo que derivó en más rentabilidad productiva, pero con menos mano de obra, origen, entre otros factores, de un descenso de población en los municipios. Fue cuando se desarrolló en los años sesenta el conocido Plan Tierra de Campos (extendido hasta los setenta y ochenta), conjunto de actuaciones económico-sociales del Estado español en esta comarca, dirigidas a promover su desarrollo rural a través de concentraciones parcelarias, la transformación de tierras en regadío, y el fomento de la ganadería, lo que derivó, entre otras actividades, en la colonización de pueblos como Cascón de la Nava.
Después de cincuenta años, hoy en día, como en el resto de la Comunidad, la agricultura y la ganadería -más tecnológica y empresarial, gracias también a las ayudas de la PAC- sigue siendo el motor económico de muchos pueblos, pero con menos productores y, por tanto, menos habitantes, que intentan vivir también a través de pequeños negocios agroalimentarios, o del sector servicios relacionados con atención social, el turismo o la cultura, sin olvidar la población residencial y/o jubilada… En este tiempo Tierra de Campos ha vivido una especie de una atonía social y económica, marcada por la incensante despoblación y la ausencia estructural de actividad industrial.
El Programa Territorial de Fomento de Tierra de Campos -promovido por la Junta, con la colaboración de las Diputaciones, entidad subsidiaria de los Ayuntamientos, y con las OPAs y colectivos que trabajan en los pueblos- pretende corregir la situación actual e impulsar la industrialización y el emprendimiento de autónomos y pymes, que genere empleo entre los 206 municipios terracampinos (de los cuales 83 están en la provincia de Palencia) integrantes de esta comarca interprovincial.
Programado para ocho años, este plan está dotado inicialmente con más de 60 millones de euros de inversión pública -cofinanciados por los gobiernos autonómico y provinciales-, con la previsión de otros 30 millones de euros de recursos privados, que contempla medidas singulares (ayudas directas a emprendedores, bonificaciones especiales, incentivos…) para promover el desarrollo de la producción agraria tradicional y moderna, así como del patrimonio histórico-artístico y las industrias culturales y el turismo; también incentivar las energías sostenibles para hogares y negocios, y muy importante, la necesidad de promover e impulsar el acceso a la vivienda para retener población.
El siguiente reto de las administraciones públicas tiene que ir encaminado a generar ilusión entre las personas que viven o quieren vivir en Tierra de Campos, y gestionar este programa con los conocidos criterios de las tres C: por un lado, buena comunicación e información para que se conozca su finalidad; por otro, con una eficaz coordinación a través de los servicios de la Junta -con actuaciones transversales entre sus Consejerías-, promoviendo formación y asesoramiento técnico eficiente, además de reducir los tiempos y la burocracia a la hora de gestionar las ayudas; y, por último, procurar de forma permanente la colaboración entre la Junta, las Diputaciones, como instituciones subsidiarias de los Ayuntamientos -cuyos alcaldes pueden ser los mejores agentes de desarrollo al efecto- y otras entidades y colectivos que trabajan por los pueblos.
Bienvenida cualquier iniciativa de desarrollo en el medio rural. Si este nuevo programa se plantea con rigor y contando con el territorio, puede suponer una buena oportunidad para emprender en Tierra de Campos.