En el año 1963 fui maestra en Juan Mena; el colegio se inauguró con el nombre del alcalde de entonces. Llegué de Cubillo de Ojeda (febrero a julio). Era la más joven y me adjudicaron los mayores. Por fecha cercana se casó la inspectora Leito Cantero. Juan Mena de la Cruz, persona cordial, preocupado por el barrio que lucía, entonces, barro. Entraba a comprar y a limpiarme los zapatos en el Superete Mariano de Vena, cercano a la casa más linda del barrio que luego emergió nueva y ahí sigue. Mariano estuvo casado, en primeras nupcias, con una hermana de mi suegra, con la que tuvo dos hijas. El barro no importaba. Yo me sentía a gusto con las compañeras y, aunque vivía lejos, calle de La Paz, buen nombre para un poeta pacífico, era joven y me gustaba caminar.
Pronto nos compramos un utilitario, y tanto me gustó el colegio y las compañeras que tenía que trabajé en él casi 17 años, salvo dos cursos en los que por embarazo y nacimiento de nuestro primer hijo, Javier, me bajé al colegio Blas Sierra. En él estaba don Antonio Baranda, un maestro de los grandes; y a las escuelas de La Carcavilla. Me gustaba ser parvulista; dando el pecho a mi hijo aprobé las segundas oposiciones y mi marido las de 10.000. No dejamos Palencia, Marcelino en San Juan de Dios. Otra de las causas por las que el barrio me gustó fue porque asistían niños de etnia gitana. Puedo decir que jamás tuve problemas con ellos y sus familias. Eran agradecidos y según pasaban a los cursos superiores, tampoco oí quejarse a mis compañeras.
Más tarde conocí a Bubis, una joven salerosa y simpática que abrió, pasados unos años una peluquería y en ella me peinaba. Por entonces yo hacía, con May Chaparro, A vuela pluma cada viernes y escribí una historia en la que participó Bubis como narradora: «Llegamos desde el Pequeño Egipcio, y nos llamaban egipcianos». Mi profesora, tutora de Psicología, por poco tiempo, en la Uned, Mari Ascen Megino prestó su dulce voz. Conocí a Celia que estudió en la Universidad. También en Modesto Lafuente di clase a un niño de etnia gitana mezclada con mamá paya. Listo como un conejo. Una sociedad que quiere, integra, el problema surge cuando el rechazo, tal vez con motivo, lo hace difícil. Pongamos más interés. Vinieron en el s. XV.