Antonio Álamo

Antonio Álamo


Curso

17/08/2023

Pronto comenzará un nuevo curso. Acabará agosto, a continuación habrá ferias en muchas localidades y luego los libros harán acto de presencia en los brazos y mochilas de muchas personas que caminen hasta las aulas de colegios, institutos y centros académicos, universidades incluidas, de diversa índole. Cosas del aprendizaje. También es cierto que comienza otro curso pero tiene poco de académico, algo de postureo (vocablo admitido por la RAE) y bastante de estreno de credenciales. En España la prensa lo llama 'curso político', es de carácter presencial y tiene un temario que no se ha actualizado desde la época que los manuales de historia denominan Restauración porque el turnismo de los Cánovas y Sagasta de entonces tuvo continuidad en los Suárez y Felipe, Aznar y Zapatero y ahora en Feijóo y Pedro Sánchez ¿es así o debe escribirse Pedro Sanxe?
El académico, en cualquier caso, interesa más porque siempre tiene un horizonte incomparablemente mayor que el otro, toda una vida frente a un mínimo de cuatro años, y contribuye a la formación intelectual. Otra cuestión es que todas y cada una de las leyes educativas hispanas sean motivo de conflicto permanente desde que se aprueban. Este año, curiosamente, la novedad más atrayente no la aporta España sino Rusia. Al parecer, en septiembre los alumnos del último curso de enseñanza secundaria dispondrán de un manual de historia, obligatorio y único, que reescribe los avatares de su país desde el final de la II Guerra Mundial hasta el momento actual. En el fondo recuerda demasiado a aquella asignatura obligatoria denominada Formación del espíritu nacional que aquí ocupó toda una época que no debería silenciarse, más que nada porque una y otra se basan en el mismo principio: adoctrinamiento.
No iremos muy lejos si no tenemos en cuenta el valor de los libros y el conocimiento o si no aprendemos de nuestros errores y de los de otros. Por lo pronto, manuales de historia hay muchos y lo mismo debe decirse de la propia historiografía. Cerrar las puertas al saber funciona momentáneamente pero antes o después la realidad ocultada -o distorsionada- fluye suavemente como el agua en las compuertas de los embalses o de forma brutal, casos hay unos cuantos, rompiéndolas.