Oí estas palabras del Papa Francisco. No hace falta más que razonar un poco y resulta fácil comprender cuanta razón tiene. Escuchamos: hay guerras, en países lejanos. Las noticias frecuentes, repetidas, resbalan, nos dejan insensibles o indiferentes. No ocurren cerca: no mueven nuestra mente. No queremos pensar que las guerras, TODAS, son injustas. Y ésta de Israel, es un genocidio, una limpieza étnica. ¿Por qué callamos? ¿Para qué tantas reuniones de altos jefes dilucidando si es urgente -justo, añado- buscar una salida para llegar al consenso y poner fin a tanta maldad programada por quien o quienes tienen poder. Y pasan los meses. ¿Cuántos niños han de morir antes de que el conflicto acabe? ¿Y esa guerra, no es una falta de moralidad también?
Cualquier problema impide el sueño. ¿Duerme el responsable de lo que ocurre en Gaza? Persecuciones, muerte programada por inanición, frío, falta de hospitales, carencia de medicinas, energía eléctrica, todo necesario para vivir con dignidad. Se obedece. Se intenta salvar la vida de los hijos. Se amenaza. La zona será bombardeada. Avanzan con miedo y desconsuelo, no saben que el enemigo espera a que estén cerca unos de otros, desesperados, angustiados y entonces, justo entonces, atacan con armas sofisticadas convirtiendo en un cementerio la vida, lo único de valor que aún tenían aquellos seres humanos.
Creo al papa Francisco. Estamos deshumanizándonos, cada día un poco más. Pero en el mundo, y en Palencia, hay buena gente. Problemas de vértigos me impidieron vida normal. El quinto día salí a recoger en Cañas, Avda. Castilla, una cadena de motosierra. Me sentí mal, vi un portón abierto y pedí ayuda. Un joven, ¿Alberto? me tomó del brazo y amablemente me acercó hasta al lugar donde Dorita y Emilio, padres de Marta, periodista en La 8 Palencia, me atendieron con cariño. Llamé a Asun mi nuera. Me llevó a Recoletas. Ya estaba mi hijo. Me atendieron pronto y bien ¡Ay! cómo voy a echar en falta, nuestra Clínica de Recoletas, personal amable, sonrisa para todos; y a los buenos profesionales médicos que atienden con celo y discreción si no se ponen de acuerdo las aseguradoras. Me pregunto qué van a hacer con millón y medio de usuarios en la Seguridad Social. No quiero ni pensarlo.