…la gran amenaza para la economía.  Con este titular tan aterrador abría El Mundo su Actualidad Económica el pasado domingo. Mucho se viene  picando sobre esto, así que traté de leerlo con calma y les aseguro que asusta. De seguir así, al mayor lo convertirán en un apestado. No será de un día para otro, pero tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. Hay mayores que quisieran ser tratados como las mascotas del vecino a las que se reconoce una Ley de Bienestar Animal. Pero a las personas, la longevidad que alegra a los que desean una vida tranquila, inquieta y mucho a los grandes pensadores del mundo económico. Sí, y no crean que son unos cualquiera, pues todos esos cerebros grises que han puesto a los mayores en la diana, aunque no quiero pensar que así es, son los grandes de los grandes: bancos centrales, instituciones como el Fondo Monetario Internacional e incluso gigantes inversores como la gestora de fondos BlackRock. La UE duda, pero todos tienen al envejecimiento en el centro de sus ansias económicas, debido a que muchos abuelitos cumplen cien años mientras los nacimientos caen en picado, lo que será, dicen, el determinante principal del crecimiento económico, la inflación, la productividad o la deuda pública en un futuro cercano. Consideran que la mayor longevidad unida a la caída de hijos por mujer provocará en los próximos años un descenso poblacional en edad laboral. ¡Dios mío, los mayores necesitamos una amnistía urgente y alguien que nos defienda! ¿Qué culpa tenemos de que no nazcan niños ni sus dividendos alcancen sus objetivos? ¡Qué contradicción! Pues solo tratan de no dejar vivir en paz al que les molesta, que por supuesto no es su familiar, ni al que no nace. Abran ustedes unas cuantas 'casas cunas' y empiecen por invertir en todas esas criaturas que quieren nacer y tendrán su ansiada recompensa. ¿Para qué sirven los Gobiernos? Menos mal, que el científico titular del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC, Julio Pérez Díaz, es «escéptico con estos pronósticos». Déjennos en paz. Al fin y al cabo, vivimos del sacrificio de una vida dura de trabajo y creamos muchas nóminas.