Mr. Trump, con sus ansias de poder nos descubre un  mundo del que se encapricha y yo, desde un libro he viajado hasta la Groenlandia de Erik el Rojo, el que tiene nombre de héroe pero cuentan, que no pasó de ser un sagaz embaucador nacido en Noruega como la leyenda: «Una joven caprichosa y un hombre tenaz». Sí que aseguran que poseía un cierto don para hacer amigos y lanzarse a la mar en busca de otras tierras. La ruta que llevó el vikingo aún se discute pero encontró inmensas soledades blancas a las que llamó Groenlandia, es decir: «Tierra Verde» En Noruega, más o menos allá por el año 860 no había reyes sino un montón de iarl; reyezuelos que gobernaban pequeños territorios. Harald  Haafagr el Rubio, puso fin a esto al unir a toda Noruega en un solo reino, tarea, que inició su padre Halfdan el Negro. La leyenda cuenta, que Harald, estaba perdidamente enamorado de la altanera y bella Gyda, pero ésta, le dio calabazas diciéndole, que no se casaría con un iarl, ni ningún otro que no hiciese lo que otros poderosos guerreros; luchar y proclamarse rey sobre todos los demás y entonces, tomaría  en consideración su propuesta y no antes. Con las condiciones impuestas por la deseada y exigente Gyda, a Harald no le quedó otra. Loco por Gyda, decidió no cortar ni peinar su pelo hasta lograr su hazaña. Doce años tardó en vencer a una serie de iarl hasta hacerse el dueño de todo el país. A Rognwald de More, el más poderoso de los jefes derrotados le exigió que cortara su enmarañada melena para poder ir en busca de su anhelado premio. La belleza de Gyda ya estaba algo marchita pero el noruego, tuvo que casarse con ella y la convirtió en la más brillante de todas las reinas lo que no impidió, que tuviera que convivir con otras seis esposas. Se cree que Harald murió con 84 años, tuvo muchos hijos e hijas a las que casó bien. Los chicos, le salieron golfos y ambiciosos por lo que se vio forzado a repartirles el reino. Menos mal que el país tras no pocas  ocurrencias volvió a unirse. De todas las naciones escandinavas es Noruega la más fiel a las tradiciones vikingas. Y ahora Mr. Trump, la lía encaprichándose de Groenlandia.