Es posible que por fin estemos ante las bebidas que pueden llegar a conectar con los jóvenes al vino, en un primer acercamiento suficientemente atractivo como para que captemos su interés. Y creo que estas bebidas pueden ser definidas como los pre-vinos.
Estuve catando con un buen amigo, un histórico de la comercialización de vinos en este país y de vinos españoles en el mundo, Francisco Turiel, una persona a la que podríamos dedicar esa mítica frase de la película Amanece que no es poco, «todos somos contingentes pero tú eres necesario». Junto a él, me vienen a la cabeza otros pocos nombres dignos de esta frase-homenaje como Miguel Ángel Valentín, Humberto Sojo, Antonio Escofet, Andrés Soto, Rafa Peña, Xavier Boschdemont o José Luis Muguiro. Verán que el universo de la comercialización del vino español ha sido muy masculino: aunque aún muy poco a poco, la cosa va cambiando.
En fin, que con Paco catamos unos más que interesantes pre-vinos bajos en alcohol y aromatizados con frutas, tanto blancos como rosados y tintos, y su salida a mercado es inminente bajo la marca Celia. Y parece ser que ya nos estamos quitando corsés y abriendo la posibilidad de acercar el vino de manera más sencilla a los nuevos consumidores, especialmente a los más jóvenes. Una vez ya consolidados tintos de verano, Moscatos, frizzantes, finos spritzs como mi adorado Croft Twist, ya superados o menos de moda lambruscos y kalimotxo, y gracias a quienes abrieron camino con bastante éxito a niveles regionales como Canei o Yllera 5.5, o incluso al vino blanco con hielo, estas nuevas bebidas aromatizadas a base de vino vienen para ser probados, disfrutados y consumidos de manera mucho más desenfadada por un público más joven, y estoy convencido que para quedarse durante mucho tiempo en el mercado.
Y necesitamos estas bebidas, necesitamos adaptarnos a los potenciales clientes, darles algo más cercano a ellos aunque sea menos purista o incluso herejía para nosotros, porque las marcas y los productos son en realidad propiedad de los consumidores, que son los que van a dictar sentencia sobre el éxito o fracaso de los mismos, no de los elaboradores. Y en el vino, estamos tan escasos de nuevos consumidores, que este camino puede ser una grandísima idea.