Antonio Álamo

Antonio Álamo


"Besón"

31/08/2023

A la vista del cariz que está tomando el caso Rubiales, asunto que enlaza a la perfección con las viñetas de trogloditas que Mingote publicaba en el ABC hace 50 años, parece conveniente que la RAE añada un nuevo vocablo al diccionario de la lengua española. Por razones obvias. Son conocidos y de uso común sobón, tocón y gañán -bastante explícitos los tres- pero a tenor de lo sucedido tras la final del Mundial de fútbol femenino resulta necesario incorporar besón. Puede usarse con comillas mientras no se acepte. Si se acepta puede añadirse la siguiente acepción: Dícese del que besa a lo tonto, sin sentido, con oportunismo y con mal gusto en actos oficiales o privados. No haría falta incorporar imágenes porque los diccionarios no las necesitan.
También podría ser oportuno conmemorar las viñetas de trogloditas de Mingote porque cincuenta años después alguien ha plasmado en carne y hueso una de ellas al coger a una de las jugadoras como si fuera un pernil, un saco de patatas o un morral que pesa más de la cuenta. Es la gran foto del Mundial y si se compara la del piquito con esta del porteador y el fardel parece obvio que tan inusitada composición va a pasar a la posteridad, no lo duden. Entre otras razones porque exhibe un modelo de condición humana propio de sociedades asilvestradas. El otro pie del trípode, el picor que sintió cierta autoridad en su línea de flotación mientras celebraba el triunfo de las españolas, tenía fácil solución… un harakiri badajil con un martillo en el aseo del estadio lo hubiera remediado. 
Lo de los aplausos y los comunicados de rechazo posteriores a la asamblea de la RFEF más que un problema de machismo y de despotismo badajil es de oportunismo y no hace falta recurrir al pasado lejano porque poco antes que los señores Vilda y De la Fuente el señor Maroto y la señora Gamarra hicieron algo parecido con su jefe aunque por razones bien diferentes. Y otros antes que ellos. Todo esto, curiosamente, ya lo explicó muy bien Elisabeth  Noelle-Neumann en La espiral del silencio (Paidós. 1995) cuando aludía al efecto del carro ganador, al mutismo y a lo que algunos denominan necesidad de cambio por responsabilidad. Aquí, en cambio, se hace por la pela, el oropel y el puesto.