Incluye Ignacio Peyró una pequeña maldad en un artículo reciente publicado en El País. El texto en sí, titulado Desbordados y humillados, es una reflexión sobre lo sucedido en Valencia y en un momento determinado alude al famoso mensaje que envió Mariano Rajoy a Luis de Guindos, su entonces ministro de Economía, y que dio la vuelta al mundo: «No somos Uganda». El escritor, traductor y actual director del Instituto Cervantes de Roma añade que en ese mensaje, enviado en plena vorágine del rescate bancario, quizá hubiera merecido la pena añadir «todavía». Nada que objetar. Era oportuno ese vocablo añadido en aquel momento, lo es en el actual y salvo que ocurra un milagro lo será en el futuro, entre otras razones porque no se divisan en el horizonte señales de que la cordura y la tranquilidad de espíritu vuelvan a asentarse en muchos de quienes ostentan responsabilidades públicas.
Constancia de que la cordura está ausente puede evidenciarse si se tienen en cuenta las impresiones que la prensa recoge de dos de los principales responsables políticos -los señores Sánchez Pérez-Castejón y Núñez Feijóo- y sus más directos ayudantes. No hay argumentos sino frases hechas y además con un soniquete más propio de esas voces telefónicas grabadas de antemano en ciertas centralitas que todos conocemos. Y de la tranquilidad de espíritu puede decirse lo mismo porque basta con observar sus respuestas sobre las mangancias del rival y los silencios cuando el desbarre lo ha generado uno de los suyos. Para escenificaciones didácticas basta con las de Pilar Alegría o Esteban González Pons. Y no son las únicas.
¿Uganda? Pues no. Todavía no pero nunca se sabe. De momento no jugamos en la Champions, es el Real Madrid quien lo hace. Y con la colza hubo algo más que una bacteria tan pequeña que si se caía al suelo moría. Y no es por nada pero los brotes verdes suelen tener carácter cíclico. Y los hilillos de plastilina no son lo que parecen, al menos en algún caso. Y eso de que la tierra no pertenece a nadie sino al viento también se podría discutir. Aquí lo único claro, lo dijo otro responsable público, es que el meridiano de Greenwich pasa por una serie de países, entre ellos España, y también por Canarias. Menudo nivel.