Una persona cercana me comentaba estos días que deberíamos vivir con la sensación de estar más a flor de piel, en la medida que convendría estar más enamorados de los pequeños detalles de la vida, de participar y comprometernos en sociedad, en un marco de convivencia, con valores de responsabilidad, respeto y solidaridad, algo suficientemente demostrado y contrastado en la inmensa mayoría de los ciudadanos, que intenta sacar adelante con dignidad sus proyectos de vida.
No se puede decir lo mismo de nuestros gobernantes nacionales. El presidente socialista Sánchez lleva casi siete años en el poder, forzando en exceso seguir con el apoyo de partidos minoritarios, cuyo único objetivo es chantajear a un presidente con debilidad parlamentaria. Esta obsesión de Sánchez por mantenerse en el poder a cualquier precio, sin proyecto político y sin gobernar para la mayoría, lo demuestra al no intentar aprobar nuevos Presupuestos, adaptados a la actual realidad social de España, lo que está condicionando los nuevos proyectos de autonomías, diputaciones y ayuntamientos, pero sobre todo está perjudicando la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, lo que puede empeorar los servicios públicos (educación, sanidad, servicios sociales…) o las infraestructuras. Y ahora tiene que cumplir con el compromiso de la defensa europea -sin el apoyo de sus socios y sin pedir con lealtad el apoyo del Partido Popular, mayoritario en el Parlamento-, tiene problemas para financiarlo, porque no hay Presupuestos, que en un país con normalidad democrática deberían intentar aprobarse y, si no, que haya elecciones. La cobardía de Sánchez le lleva a un escalón más en su faceta de aspirante a autócrata para seguir en el poder.
Al contrario que los ciudadanos, Sánchez y los suyos no conviven con la aspiración de estar a flor de piel, porque han perdido el pudor y la dignidad política, con rodeos, eufemismos y mentiras, y demuestran vivir por y para el poder, sin los sentimientos ni estados de ánimo que le reclama la inmensa mayoría de españoles de gobernar para todos.