En los últimos dos años, el hinojo es quizás el vegetal que más alegrías me está dando a la hora de cocinar, pasando en mi despensa de ser un ingrediente ni sospechoso de aparecer a casi un básico.
No sé exactamente por qué, pero me llama la atención que siendo de origen mediterráneo no esté más presente en nuestra cotidianeidad culinaria.
El caso es que he empezado a hacerle un poco de caso hace no tanto, y me da una versatilidad enorme, tanto de texturas como de aroma o sabor, y de acompañante o de ingrediente principal. Consumido crudo, en ensaladas, por su textura crujiente, se lleva bien con diferentes tipos de vinagretas y aguanta aliños más cremosos como mayonesas o salsas tártaras, por ejemplo. Asado es una maravilla, aporta un frescor anisado muy agradable, prueben a añadirlo sustituyendo la cebolla en una base de patatas para asar una carne o un pescado sobre ellos. Y como protagonista de cremas o purés es también una joyita, últimamente he hecho cremas de hinojo con setas, trufa o algo más exóticos como curry, y el resultado siempre ha sido muy satisfactorio. Otra manera de comerlo, que hasta hace bien poquito no había intentado hacer, es a la parrilla, de manera que queden algo tostadas las partes exteriores y tiernas las interiores, su aroma y sabor se realzan enormemente, y me lleva a querer asarlo en el horno envuelto en papel albal, incluso para hacer una pasta untable que pueda ser muy versátil, desde añadirla a una pasta, incorporarla a una pizza o quiche, o incluso utilizar para rellenos de empanadas, empanadillas u hojaldres.
Con mi creciente interés culinario por él, resulta que el hinojo es utilizado para usos medicinales desde tiempos inmemoriales, siendo un potente desinflamatorio y ayudando al sistema digestivo a combatir el estreñimiento o la retención de líquidos, favoreciendo la orina y la eliminación de toxinas, y tiene también un efecto expectorante. Ahora entiendo lo de las infusiones de hinojo o hinojo y anís de toda la vida…
El caso es que nunca hasta hace poco le había hecho caso, y ahora estoy prendado de este ingrediente tan cercano. Tantas veces nos llama la atención lo exótico que no prestamos atención a lo, a priori, más fácil o cotidiano. ¡Y eso es un gran error!