El viejo convento del pueblo tenía el tejado a punto de desmoronarse y, aunque habían sacado del templo ya hace tiempo las estatuas y no pocos cuadros hacia el museo episcopal, quedaba parte, como las pinturas, las figuras de los capiteles, las bóvedas, que se perderían para siempre con nuevo derrumbe. Era uno de los muchos pueblos abandonados por sus habitantes y expuestos a la rapiña de climatología y malhechores. Resultaba penoso contemplar que después de casi mil años, se dejaban caer tantas maravillas del arte creadas por la fe de un poderoso Espíritu.
Cotidiano mal que afecta a muchas aldeas. Es injusto dejar caer tantas maravillas y que desaparezca su historia, como si no hubiesen existido. Pero hay soluciones para repoblar y animar a volver al campo a quienes a las ciudades huyeron a veces encontrando en ellas verdaderos infiernos. En la aldea de Tatti, en Toscana, vi cómo habían acomodado en una casa una biblioteca-estudio para los jóvenes, con Internet y no pocos útiles para conectarse y trabajar a distancia. Ahí se vive a precios bajos, las casas son muy asequibles, basta bajar los impuestos o eliminarlos, como hacían con las repoblaciones, favorecer la crianza con leyes sensatas que ayuden... Llegaron parejas de las grandes urbes, hallaron trabajo, empezaron a crear familias, los niños jugaban con sus vecinos, aumentaron los nacimientos... Se ayudaban unos y otros a cuidarlos cuando no iban a la escuela...
Ahora confirman los científicos que en la prehistoria nuestra península contaba con manadas de bisonte. Hallaron los huesos en las cuevas habitadas por nuestros antepasados. También la crianza de estos grandes bóvidos es un motivo que puede atraer visitantes y habitantes. Arte, naturaleza, agricultura o ganadería, todo cuenta para aumentar las condiciones habitables de ciertas regiones. Si en Altamira comían bisonte, también en Palencia ahora un día me veo comiendo un solomillo de esta bestia fascinante, o chorizos, o lo que fuere. Unas redes a otras se apoyan cuando se expanden, y así crean variadas opciones para una vida apetecible también en nuestras más minúsculas aldeas.