El visitante actual suele mirar en la pantalla de su ordenador o teléfono casi todo. ¿Qué es todo? Kilómetros, las rutas posibles, el tiempo requerido, con o sin peajes, en autobús o coche... Los viajeros habituales como yo miramos también lugares para parar y pasear o tomar algo, hoteles en un sitio y en las proximidades, comparando precios, disposiciones. ¿Quiero librerías? Aparecen. ¿Busco museos? Emergen en la pantalla y veo lo que tienen, horarios, condiciones... ¿Me paro en esta aldea? Miro cómo son sus calles, monumentos, espacios de interés, lo peculiar del lugar, su historia... Así, viajar es más fácil y más amable. No es lo mismo el turista que busca entretenerse solo que el que aprender quiere, y aprenderse, comparando mundos, descubriendo en la humanidad circundante quiénes somos.
Leo en estas páginas que la provincia de Palencia ofrece ayudas de hasta 2.100 euros para que los ayuntamientos digitalicen su promoción turística y empleen recursos informáticos. Esas subvenciones pretenden ayudar a la gran transformación digital que estamos viviendo. Esperemos estén bien empleadas y por las personas adecuadas. Como en todo, o casi todo, depende de quién gestione los recursos. Cuando los hay, hay que hacerlo con seso y no darlo solo a los amiguetes si con cuatro chapuzas cumplen los requisitos. Cuando están bien organizados y hay una buena red, todo se facilita al viajero y también su retorno y la publicidad que hará, la mejor, la más efectiva, entre sus conocidos. Páginas en la red que sean claras, fáciles de manejar, con muchas entradas, aunque se repitan, y no laberintos infernales donde resulte difícil hallar los contenidos esenciales. A veces, diseños muy elegantes esconden los contenidos y hacen difícil la navegación; otras, son horteras y apenas hay conexión con otras fuentes. El conocimiento conectado ayuda, pues conocer es aprender comparando, mirando en un lado y otro, como en un juicio donde escuchamos a cada bando. La red es buena cuantos menos agujeros tenga y mejor tramada esté, así capturaremos los peces deseados: visitantes que puedan apreciar nuestros encantos.