Leo aquí, cuando se celebra la Inmaculada, una curiosa noticia. La imagen maternal de María, la Madre del Mesías, muestra que nosotros no somos tan inmaculados y poco maternales o fraternos, pues ante otros sentimos cruel indiferencia. Pero hay intentos, opciones que ayudan a dar luz en medio de la noche invernal de tantos egoísmos. La Cruz Roja de Palencia vuelve a iniciar una campaña contra la soledad no deseada enviando setecientas cartas con poemas, dibujos, letras de apoyo. En navidades la soledad duele especialmente. En Ávila, los frailes carmelitas invitan a todos los solitarios a celebrar juntos, en sus dependencias, la navidad en su convento, la Universidad de la Mística. Aun así, quedan quienes no pueden desplazarse y sufren en lugares recónditos.
A menudo escucho quejas en los pueblos porque se aburren en invierno. Hay muchas personas, sobre todo ancianas, que podrían recibir la alegría de nuevas amistades o un trato personal: dialogar de vez en cuando. Esto es amor, y no tantas monsergas sociales de locuras varias. Pero hay que organizarse y tener voluntarios dispuestos para acompañar a unos u otros. Mil actividades quedan por hacer y pueden servir a los demás. Ayudar, apoyar a otros es lo que más felicidad produce, llena la vida de sentido y la luz crece dentro. Pero requiere un cierto esfuerzo.
No todos pueden ir a la taberna buscando un poco de calor humano. Tampoco las parroquias son como fueron, aunque deberían organizarse para que no hubiera solitarios sufriendo. Puede que no siempre sea divertido, pero en ocasiones se aprende mucho conversando con personas de cierta edad o que sufren; los extremos de su enfermedad hacen mirar el mundo de una forma muy diferente.
Ojalá surjan más iniciativas de encuentro entre unos y otros. Es la comunidad lo que provocó el desarrollo de nuestra especie, la humanidad que ha producido tantas maravillas en artes y letras, en las ciencias o en la tecnología, como estas teclas con las que escribo velocísimo y arrojo en un instante a cientos de kilómetros de distancia para que puedan ser leídas por usted, quizás recibiendo un fragmento de estrella.