Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


El gran día

23/01/2025

Estábamos pendientes de ver con nuestros ojos y deseando que así fuese, el alto el fuego en Gaza. Y, sin embargo, permanecimos con el dolor de que aún siguiesen los ataques indiscriminados que se cobraron varias muertes tras la toma de decisión que debería ser aplicada este pasado domingo, 19 de enero. Y, sí, las tres primeras mujeres fueron liberadas. La ayuda humanitaria preparada para entrar y ayudar. Parece un cuento de horror lo vivido desde que, los israelíes, como represalia por el atentado de Hamás del 17 de octubre de 2023, comenzaron su caza y captura seres humanos causando, dolor y muerte que aumentaba día a día.  ¿Qué queda en pie? Leo en la prensa que seis de cada 10 edificios han sido destruidos por las bombas. Un panorama desolador, muertos bajo los escombros, imposible saber a ciencia cierta cuántos. Niños, mujeres, mayores y jóvenes, indiscriminadamente han sido masacrados mientras que el resto del mundo hemos mirado, con las manos atadas, viendo cómo el mal- igual que en otras guerras- seguía su curso de locura. Y, ahora, permítanme dudar de que esta tregua dure mucho, de que la paz, tan necesaria, esté cerca. Ojalá me equivoque y las promesas se cumplan. Es igual quien se apunte esa realidad tan deseada, con tal de que sea cierta y duradera. Todo este tiempo, imagino que millones de personas, han pasado del horror a la rabia, a la desconfianza, a la incredulidad, a la tristeza, a la desesperación, a sentirse juguete de unos poderosos que juegan con otros seres humanos, porque se sienten en posesión de la verdad y nada se les pone por delante. Vidas rotas. Imposible volver atrás. Leo que, la ciudad de Gaza, una zona superpoblada antes de esta maldita guerra «ha quedado, en gran parte, reducida a escombros». Yo me interrogo sin respuesta: ¿Cómo van a vivir a partir de ahora, con el corazón roto, las familias diezmadas, niños huérfanos o mutilados, mayores desorientados, mentalmente enfermos a causa de tanta angustia y dolor... Empujados, obligados, a cambiar de lugar. El último refugio está ahora en Al Mawasi, donde las tiendas se alzan para dar cobijo a quienes abandonaron sus hogares, no en busca de oportunidades como cualquier emigrante sino obligado. La esperanza,  lo último que se pierde.  Así sea.

ARCHIVADO EN: Gaza, Hamás, Ciencia, Emigración