Estábamos en mi tierra extremeña. Cada verano, era el modo de estar con la familia y, de paso, enseñarles a amar mis raíces a los hijos. Había pendiente una escapada. Soledad elegida para dos. Liberarnos -un par de días- de obligaciones. Mi gente facilitó un deseo acariciado. El recuerdo acompañó nuestra vida. Ordeno, aún, el legado de mi esposo y encuentro este poema que escribió en Acebo. Pensé que estaba perdido. Hubo suerte. Y como la Navidad está cerca quiero compartir con los lectores de Diario Palentino algo suyo. Sé que no hay mejor modo de recordar, a quien se marchó, que leer su obra y, también, que compartir su palabra es algo bueno. Transcribo para todos Dorada canción:
«Bien pudo ser la luz, la galanura/ del aire aprisionado en los canchales/ de Gata, sierra abajo, la cintura/ muñosa del olivo, las señales/ del viento en las almenas del Castillo/ de Portezuelo, la canción dorada/ desde la piedra de Cáceres, el brillo/ azul de la palmera al cielo alzada/ en Cáceres, tan mora y tan cristiana, / tan sin tiempo y tan viva- lo que puso/ mollar mi corazón y la mañana/ en ascuas bravas. / Siempre el amor dispuso/ los caminos, los altos corredores/ de la vida del hombre, la encendida/ música de su pecho, los colores/ que dieron alegría a su medida. / Hombre de España soy y en cacereño/ vivo el amor que me acompaña, abrigo/ en carne cacereña el alto sueño/ de sus frutos granados con un trigo. / (II) Porque viajero fui por julio y luz/ a Guadalupe, tengo en carne viva/ pinos, brezales, carihuela en cruz/ montes de salmo y soledad cautiva. / ¡Cómo de cuenco tan pequeño pudo/ alzarse tanta luz, tanta señal/ airosa y soñadora! "
Este año, en nuestra comunidad han fallecido cuatro personas. Eran buenas. Vinimos jóvenes e ilusionados; habíamos comprado un piso y lo estrenamos como niños con zapatos nuevos. Las familias se ampliaron. Cada matrimonio tuvo dos o tres hijos e, incluso, familia numerosa. Las voces infantiles alegraron nuestro vivir. Bautizos, primeras comuniones y, de pronto, dos personas nos dejaron. Un golpe duro porque nos conocíamos todos y en la comunidad nos hemos llevado bien. Bodas de plata y oro. Los hijos nos hicieron abuelos. El carnet marcó nuestros pasos. Sin darnos cuenta, pasó la vida.