El asesinato en Gaza de siete trabajadores de la ONG del chef español José Andrés por las fuerzas de defensa de Israel pasará a segundo plano en unos días porque otras noticias ocuparán su lugar y eso es algo inevitable, se acepte o no se acepte. El tiempo no se detiene y los hechos se olvidan poco a poco hasta que terminan almacenados en una nebulosa. Eso sí, al margen de la reacción generalizada de la opinión pública ante esta nueva barbaridad, salvo en casos perfectamente documentados gracias al silencio que han mantenido, lo que queda claro es que las explicaciones ofrecidas por los dirigentes de Israel recuerdan mucho a la de los villanos de comics y, en el peor de los casos, a la de los protagonistas de algunas películas italianas de la época de Hugo Tognazzi, Vittorio Gassman, Marcello Mastroianni y Alberto Sordi.
Los cuatro encarnaron a veces a mangantes desaprensivos que dejan a nuestro Torrente a la altura del betún. E incluso al policía francés que interpretaba Louis de Funès. Pues bien, han sido superados todos -guionistas de sus películas incluidos- por Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, quien ha tenido la ocurrencia de lamentar el asunto explicando que fue un ataque «no intencionado» sobre un convoy de la ONG en el que viajaban cooperantes de varios países. Luego, para adornarlo, dijo que sus fuerzas militares atacaron «involuntariamente a personas inocentes en el territorio de Gaza. Son cosas que pasan en la guerra».
Menos mal que no fue intencionado y que su ejército atacó involuntariamente. Por lo demás, la justificación ofrecida es un agravio a la razón y al corazón, carente del mínimo recato moral que se le exige a quien dirige un país. No es por nada pero tras la tragedia italiana de Cavalese (1998) Bill Clinton tuvo la decencia de pedir perdón en público cuando un avión norteamericano de guerra electrónica se llevó por delante un teleférico matando a 20 personas. En aquella ocasión los responsables echaron la culpa al teleférico aduciendo que se había cambiado de sitio y había embestido al avión. Tal cual. Quien lea Si la lógica cae en picado -un artículo de Claudio Magris publicado en Utopía y desencanto (Anagrama. 2001)- encontrará bastantes similitudes.