Las cifras, leo y oigo por radio, se han disparado. Entre julio y agosto de 2024, han llegado a nuestro país nada menos que 4,1 millones de turistas extranjeros. Los coruñeses comparten terrazas, calles, lugares de ensueño, monumentos, y tropiezos, empujones, paradas ante los escaparates, con puro y necesario frenazo para quien viene detrás. No todos lo llevan bien. Si a las pocas horas de dejar el barco vuelven a cenar y a divertirse con eventos elegidos para que, en el barco se deje el mayor dinero posible, poco beneficio queda en la ciudad. Me lo dicen mis hermanas que viven en Coruña. Imaginen la contaminación en las travesías de esos cruceros de placer, ciudades ambulantes, con todo lo que se vierte directamente al mar. Este año el Ayuntamiento coruñés fue tan generoso que situó, frente al barco, un lujo añadido para quienes sintiesen pereza de bajar a tierra. Parecía una gran mariposa que, abiertas sus alas, lanzaba chorros de agua, transformados por la técnica en millones de gotitas frescas.
En Palencia, si no se tienen familiares, dejarán más dinero. Es necesario transigir porque restaurantes, bares, hoteles necesitan sacar adelante sus negocios. En el centro estamos tranquilos, salvo los fines de semana, Sonora y, en estos sanantolines, donde los animadores de la feria elevaron decibelios para que personas de zonas alejadas oigan lo bien que tocan, se animen a recorrer la distancia, corta, y llegar al lugar donde surgen terrazas pegaditas; apenas queda espacio para volver a casa y, menos aún, evitar ruido: con ventanas de doble cristal, gas incluido y persianas bajadas a tope, aún pude grabar sonidos bastante nítidos. Estos turistas gustan. Son bien recibidos.
Y, ahora, contemos los 6.267 migrantes que habían entrado por mar en Canarias. Hoy, martes, escucho en Radio Nacional: A Las Palmas, han llegado 10 pateras. Son desheredados de la vida, que vienen huyendo de persecuciones políticas, hambre, falta de derechos en cualquier campo. Solo buscan una vida digna. Trabajar. Para que el sistema de pensiones vaya adelante se necesitan 25 millones, que entren legalmente, pero se hace necesario -en primer lugar- la concesión de visados. Así se evitaría su muerte en el mar. Esta cifra no se conoce. Es sangrante.