La amistad es necesidad ineludible para caminar -serenamente- por la vida. Lo sé bien. Cuando la batalla, perdida (frente al tiempo-regalo del vivir), se lleva a la persona que amamos, es preciso buscar apoyo. En un poema, Marcelino García Velasco dialoga con su amigo Eladio Cabañero, y reconoce la inevitable realidad: «No es bueno que el hombre esté solo». Abro una carta de Vicente Aleixandre que llegó a la calle de La Paz, año 1972. «Querido Marce: Mi hermana sigue todavía inválida. Yo sigo en esta Velintonia que tú conoces…Todo es incierto y todo en el aire, Dios sabe lo que aquí duraremos. No me olvides. Ahora aquí te mando un fuerte abrazo de siempre Vicente». Y el poeta, que ya estaba a mi lado, anima al amigo, abre su corazón y le dice «No te olvido majo, no te olvido no. Aunque la naranja se vuelva limón». Cancioncilla que sacaría al amigo de la tristeza, al leer «no te olvido majo». Los amigos están para eso, para evitar que uno de ellos se desgane de la vida, y se embarque rumbo a las sombras del dolor. Vicente Aleixandre vivía con su hermana Conchita, en Madrid, en Velintonia, 3, de cara al Guadarrama, en una casita que tuvo un cedro joven que fue haciéndose hombre. «Se quedó encerrado entre papeles, libros y paredes. Cada mañana, (me decía), llegaba el sol a su casa y cada mañana, en aquella quietud rigurosa, la poesía que llegaba con el aire, fue recogiéndose gota a gota, sonido a sonido, para brotar airosa, joven, redonda de esa Fuentealeixandre que alimentó el río gigante de la poesía española de nuestros días. Río abierto a canales caudales que bebieron de sus aguas…». Por eso, vuelvo al principio. Supe pronto que tu amistad, Carmen Quintanilla Buey, colaboradora de Diario Palentino, y La Gaceta, que escribes poesía, con ganas y sin esfuerzo, como si abrieses un grifo del que salen poemas con rima o con verso libre, siempre llenos de buen humor que se te escapa, sin que adivines cuán preciso es y dónde hace falta. Ella, poeta de Venta de Baños, con sus afanes, su alegría y apariciones en la biblioteca, en el centro cultural, dispuesta siempre a participar en todo aquello que supone entrega y dedicación. Carmen Quintanilla le pone a cuanto emprende un punto de alegría. Gracias, amiga, por tu apoyo.