Tras sus muros se guarda un verdadero tesoro, un rincón para los amantes de la lectura y un mundo por descubrir para todo el que quiera potenciar su faceta de investigador. La biblioteca del Seminario Mayor de Palencia alberga un fondo de 36.000 volúmenes, repartido en las estanterías de sus tres estancias.
Cuando se instituye la actividad en el Seminario, como en todo centro de estudiantes, comienzan a adquirirse libros, enciclopedias, revistas y ejemplares de lectura de variada temática, poniendo así la primera piedra de lo que hoy se ha convertido en un archivo histórico. En esta biblioteca se pueden encontrar publicaciones desde el siglo XV hasta nuestros días, descubriendo varios ejemplares únicos y de valor incalculable.
El acceso a la parte noble se hace por la sala de lectura o consultas, donde se pueden encontrar decenas de revistas, folletos y cuadernos relacionados con temáticas variadas como la historia, el patrimonio, la religión o la vida en distintos países. Tras cruzar esta estancia, la luz del claustro que entra por los grandes ventanales da paso a los tubos fluorescentes que iluminan las estanterías de la sala que acoge el fondo moderno.
Se trata de las publicaciones que datan desde 1958 y que suman 15.000 volúmenes. Todas ellas están registradas, catalogadas e informatizadas para quien desee consultarlas.
Tras estas estanterías de madera, una pequeña puerta da acceso a una habitación más oscura, con una temperatura más fría y columnas de libros que parecen perderse de vista. Es el fondo histórico de esta biblioteca y está formado por 21.000 volúmenes de diversa índole.
Entre ellos se pueden encontrar libros de entre los siglos XV y XX, algunos de ellos verdaderas joyas e incluso únicos.
En los 80, el sacerdote Miguel Salvador comenzó la catalogación de este fondo que, hace tres años, retomó la palentina María del Rosario Díez Rodríguez. Esta profesora universitaria ha sido la encargada de dirigir unos trabajos que, por el momento, han supuesto la identificación, catalogación y clasificación de 9.000 ejemplares.
Están catalogados de forma digital, con varias fotografías de cada libro, además de indicar en la correspondiente ficha su peso, medida, si falta alguna página o si precisa algún cuidado especial. «Algunos ejemplares han tenido que ser restaurados o se les ha encuadernado de nuevo, ya que con el paso del tiempo alguno puede estropearse o no estar en las mejores condiciones», explica Raúl Muelas, rector del Seminario Mayor.
Entre los volúmenes que se pueden localizar en estas estanterías hay libros de gramática, humanidades, historia civil, historia religiosa, filosofía, derecho, teología y otras temáticas que llaman la atención solo con ver su exterior.
La catalogación de esos miles de libros que ya están perfectamente identificados ha implicado descubrir algunas de las joyas que encierra este inmueble.
Así, hay tres de los denominados incunables: todo libro impreso durante el siglo XV, concretamente, antes del domingo de Pascua de 1501, ya que en esa época el año comenzaba ese día. Uno de ellos es de 1493: Liber Chronicarum Norimbergae de Antonius Koberger. El segundo data de 1500 y es el Libri quatuor sententiarum (Libro de las sentencias) de Pedro Lombardo.
El tercero de los incunables es de 1501- aunque queda fuera por unos meses se le considera dentro de esta clasificación- y lleva por título Librorum Francisci Petrarche impressorum annotatio.
Junto a ellos se han catalogado 393 libros del siglo XVI, 1.275 del siglo XVII, 3.582 del siglo XVIII , 3.137 del siglo XIXy 981 del siglo XX.
Para que todas estas publicaciones estén en perfectas condiciones y sufran lo menos posible a pesar del paso del tiempo se llevan a cabo distintos cuidados.
«Siempre han estado en uso y se ha procurado que ninguno sufra, tratándolos con mimo y actuando en cada uno de ellos cuando ha sido necesario», indica Raúl Muelas.
Para ello se acomete una inversión anual de 6.000 euros, además de protegerlos de agentes externos y mantenerlos con una temperatura adecuada.
CESIONES. Los fondos de esta biblioteca nunca terminan de crecer. A lo largo de estos siglos se han sumado distintos ejemplares procedentes de otras bibliotecas, especialmente con la desamortización en el siglo XVII, ya que llegaron volúmenes procedentes de la biblioteca de la iglesia de San Francisco y de los propios Jesuitas.
Además, muchos obispos y sacerdotes han dejado como legado su biblioteca y entre estas estanterías hay fondos cedidos por Antonio González Lamadrid, el que fuera vicario general de la Diócesis de Palencia; Lorenzo Carrascal, maestro de Capilla de la Catedral de Palencia ; Mariano Fraile, historiador palentino doctorado en Derecho Canónico y miembro de la Institución Tello Téllez de Meneses; y Marcelo González Martín, cardenal de Toledo, entre otros.
Una biblioteca viva que, como los buenos vinos, con el paso de los años mejora y enriquece el Patrimonio de la provincia. Un legado de incalculable valor que seguirán cuidando generaciones futuras.