Muchas veces nos quejamos de la sociedad en la que nos ha tocado vivir, y hasta denunciamos el individualismo, el materialismo, el consumismo, el hedonismo como elementos deshumanizadores y generadores de injusticia. A veces ahondamos en las consecuencias que para nosotros comportan esos rasgos que terminan deshumanizándonos, y dejando a muchas personas en el vacío, en el sinsentido. Y llega a preocuparnos el número creciente de jóvenes que entran en espirales de degradación, con el suicidio aleteando como una amenaza cada vez más común.
Desde una perspectiva creyente, vemos en todo esto la contrafigura del Reino de Dios en el mundo. Dios sueña una humanidad reconciliada y en paz y en ello se ha empeñado personalmente, poniéndolo todo en juego, enviándonos nada menos que a su propio Hijo. Él es el Adventus, el que viene. Este año el Adviento, el tiempo de preparación para la venida del Señor, tiene unos acentos nuevos y originales. En efecto, la Iglesia española celebrará en febrero un Congreso de las vocaciones, y para que sea un evento significativo y transformador, en la Diócesis nos hemos puesto manos a la obra.
Transcribo a continuación lo que ha elaborado la Comisión para el Congreso que se celebrará en Madrid, resumido en el cartel que se puede ver en la entrada de nuestras parroquias: En efecto, se nos ofrece un "tiempo de Gracia" con el Adviento y la Palabra del Señor de cada Domingo, una Programación Diocesana que nos invita a cuatro claves dinamizadoras para este curso, y un Congreso de Vocaciones que puede ser iluminador para seguir planteando el futuro pastoral y vocacional de nuestra Diócesis.
Con todos estos elementos, algunos de los convocados para la Fase Diocesana del Congreso de Vocaciones, hemos querido "jugar" para ayudar a vivir la Esperanza de este Adviento. "Llamados para Vivir", "Llamados a la vocación", "La vida como vocación"... son algunas de las expresiones más repetidas en el material ofrecido para el Congreso de Vocaciones. Y de aquí nace el título para este itinerario de Adviento. La "V" de vida y vocación es la que queremos que llame la atención, que atraiga... sin más adornos externos... para que invite a una mirada interior, como si fuésemos nosotros mismos que tenemos que mirar al corazón e interpretar qué nos está diciendo Dios en lo más hondo del corazón... Todas las palabras contenidas dentro de la "V" son las que más aparecen cuando unimos el texto de los cuatro Evangelios de Adviento, el de nuestra Programación Diocesana y los Documentos de Trabajo para el Congreso de Vocaciones.
Y aquí está el juego del cartel: que de lejos se vea la "V" y al acercarse haga falta reconocer palabras, interpretar lo que puede decirnos Dios ahí, y elegir cómo reaccionar, responder, dejarse tocar por Dios que llama para vivir la vida como vocación.
Presentamos un Itinerario de Adviento desde unas actitudes, disposiciones y acciones que puedan hacer que en este tiempo nos sintamos "Llamados para vivir". Y, estos son los lemas de las cuatro semanas del Adviento: "Despiertos ...para escuchar", "Hágase ...para crear", "Qué hacemos? ...para animar" y "En camino ...para acompañar".
Además, en la Hoja para cada Domingo te encontrarás con el Evangelio y una invitación a seguir los pasos que se nos proponen para el trabajo del Congreso de Vocaciones: "Reconocer" esa Palabra de Dios desde una reflexión propuesta; "Interpretar" lo que Dios está diciendo desde un Testimonio de Vida y Vocación; "Elegir" cómo responderle desde unas preguntas y "Orar" para dejar que sea Dios el que nos guie en este Adviento.
Aliento la iniciativa del equipo que dinamiza el Congreso en Palencia, y reitero las ideas que vertebran este apasionante camino de una Iglesia que no se resigna a la esterilidad, sino que, como Isabel, la prima de María en Ain Karem, descubre en su ancianidad que Dios la ha hecho fecunda.
Nuestras comunidades, a veces envejecidas y cansadas, sostienen la inaudita invitación de Dios: somos llamados para vivir, para engendrar vida, para ayudar a germinar la caridad política de los laicos que luchan en el mundo, la caridad esponsal de los matrimonios, la caridad consumada de los consagrados, y la caridad pastoral de los sacerdotes.
No embotados, sino despiertos, no marginales, sino proféticos, no estériles, sino fecundos, no aislados, sino conectados con el corazón de Dios y el corazón de nuestra sociedad. Ojalá nos sumemos al "hágase" de María, y concibamos a la Palabra, la encarnemos y creemos la civilización del Amor.