Estamos a ocho, la Inmaculada Concepción, pero con el adelanto de la Navidad, ya llevamos más de un mes celebrando con arbolitos y papás noeles las fiestas. Parece que nos han cambiado el calendario. Pero el llamado espíritu navideño no aparece, sino más bien todo lo contrario. La sociedad que hemos construido está totalmente fracturada y sometida a una permanente tensión reflejo del ambiente político que padecemos. Las sesiones parlamentarias se han convertido en un cuadrilátero boxístico donde los puños han ascendido a las bocas de sus señorías, tan burdas y carentes de ingenio como sus titulares, sin que aparezca el interés público en ningún momento. Los ataques que se lanzan carecen de todo contenido intelectual, sino que ya se han convertido en el chafardeo más chabacano, hurgando en la privacidad de los rivales políticos. Las embestidas a la presidente de la Comunidad de Madrid por parte del Gobierno y sus satélites mediáticos ya no disimulan la rabia y animadversión que les produce su éxito logrado en las elecciones. Se ha dicho que Sánchez ha encontrado su némesis en Díaz Ayuso sin escatimar injurias ni disimular los peores sentimientos que le dominan. Mientras tanto, el Ayuntamiento de Palencia nos transmite a los vecinos su programa de actividades navideñas, compuesto por los habituales mercadillos, conciertos y concursos. Es un acierto mantener los concursos de belenes como testimonio del auténtico sentido de la Navidad, cada vez más alejado de nuestras calles. Los belenes, además de su indiscutible significado religioso, poseen un sentido histórico y artístico que no debemos olvidar, ya que forman parte de nuestra cultura más tradicional. Lo que desconocemos los palentinos es si tendremos que celebrar estas fiestas sorteando las larguísimas obras que inundan nuestras calles del centro urbano y que tanto incomodan a los transeúntes. Esperemos que haya tregua navideña que nos guarde de molestos ruidos mientras celebramos las familiares comidas propias de estas fechas. Confiemos en que los Reyes Magos nos traigan un paisaje urbano renovado y mejorado, resultante de las obras que nos cercan. Es lo que les encomendamos los palentinos.