Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


La heroína del entendimiento

27/06/2024

Así la define Juan M. Galaviz en su libro Protagonistas de América, Historia 16, Quorum. No es para menos. Fue una voz adelantada a su tiempo; conocida, también, como La Décima Musa cuando apareció el primer volumen de sus obras, en el año 1689. Fue hija ilegítima de vascongado y de una de las hijas de don Pedro Ramírez de Santillana quien, desde su tierra, Sanlúcar de Barrameda,  emigró a la Nueva España. Tuvo la suerte de conocer en Yecapixtla, no lejos de la ciudad de  México, a una hermosa criolla que conquistó su corazón y tomó por esposa. Tan feliz fue en su matrimonio que en su testamento deja estas palabras: «… y por la mucha satisfacción que tengo de la dicha Beatríz Ramírez, mi mujer, la dejo por tenedora de todos mis bienes y por tutora y curadora de los dichos mis hijos y los suyos…» Once hijos hubo el matrimonio, siete varones y cuatro mujeres. Una de ellas, Isabel, era madre de nuestra heroína. 
El padre, desapareció, A ciencia cierta no se supo nada de él. Fue criada por su madre y su abuelo, quien despertó en ella el deseo de saber. Tenía tres años y  acompañaba a su hermana a casa de una «Amiga», nombre que se daba a las mujeres que atendían en sus casas a las niñas y les enseñaban a leer. Fue tan grande su afición  que la «Amiga» le enseñó sin que la madre lo supiese, quizá para darle una sorpresa. Así aquella niña  bautizada como -hija de la Iglesia- es decir, ilegítima, nació hermosa, inteligente, con afán de aprender, de saber. Fue poeta y religiosa.
 Enalteció la dignidad de la mujer y su derecho a ser educada en la sabiduría reservada hasta entonces y, en tiempos  venideros, a los varones. Recordemos hoy a los talibanes y lo que hacen actualmente con las jóvenes, que antes pudieron tener acceso a la Universidad, se ponen los rizos de punta…Declara en su testamento, 24 de febrero de 1669: En el siglo me llamaba doña Juana Ramírez de Asbaje. Famosas sus redondillas en las que alude a lo que hacen los hombres y censura que la culpa se achaque a la mujer: Hombre necios que acusáis/ a la mujer sin razón/ sin ver que sois la ocasión / de lo mismo que culpáis. Si con ansia sin igual/ solicitáis su desdén/ ¿por qué queréis que obren bien, / si las incitáis al mal? Era Sor Juana Inés de la Cruz.