Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Recordando a un amigo

23/05/2024

Gonzalo Ortega Aragón fue uno de los primeros amigos de Marcelino que conocí en la Semana Santa del año 1963. Su mujer Dorita, y yo, empatizamos rápidamente y seguimos siendo buenas amigas aunque no juguemos juntas la partida de cartas, sí coincidimos en otras muchas cosas. Escribí un cuento ficción-realidad que dediqué a una hermana religiosa que ella tiene, María Luisa, y que, ahora, disfruta de un bien ganado descanso en Valladolid, pues ha gastado sus años en el trabajo de sacar adelante en -Ruanda- a cientos de niños que, gracias a ella y a las escasas compañeras que la Orden tiene allí, multiplicaron esfuerzos y quitaron el hambre y salvaron la vida, durante aquel periodo fratricida en Ruanda, cuando se mataban entre sí. 
Gonzalo Ortega, en su Solana Palentina, 8 -10- 1994, que titula Carta de Ruanda. Deja su emoción: «escribe la hermana y llora para sus adentros y hace milagros en sus afueras. Donde la hermana se duele de la muerte y riega la vida con su vida…». Y cuenta que mucha gente ha muerto por guerra y por hambre. Que la desnutrición es terrible y «son tantos los que me llegan que no sé dónde meterlos. Vienen desde los campos de refugiados del Zaire en muy malas condiciones y cuando llegan a sus casas se lo han robado todo, no encuentran nada». Y añade desolada que «ya ninguna familia se reagrupa entera, todas han perdido a hijos o padres en las barbaridades de la guerra o en los campos del Zaire».También habla de la solidaridad de muchas Oenegés. Llega comida, ropa, medicamentos y útiles del hogar. Y se emociona María Luisa cuando cuenta que, cada 15 días, se acercan a la casa en la que viven y ellas les dan «cuanto tenemos» y sobre todo cuando ve que en Cruz Roja Internacional aparecen donaciones con el membrete de España y añade «nos hace mucha ilusión porque los españoles sois muy generosos. Os lo recuerdo para que sepáis que sí llegan las cosas que dais».
Esta columna que iba dedicada a un amigo, me acerca un recuerdo que estremece: Un Estado para librarse de los emigrantes quiere enviarlos a Ruanda. Ignoro si Ruanda puede acogerlos y cubrir las necesidades que todo ser humano necesita para afrontar una vida digna. Un emigrante puede aportar algo bueno. Y, aprenderá, si se le brinda la ocasión.