Julio César Izquierdo

Campos de Tierra

Julio César Izquierdo


23-A

13/04/2024

En un lugar olvidado de por aquí, los labrantíos se extienden bajo el pálido sol de abril. La luz acaricia las piedras centenarias de los pequeños pueblos. Allí, la historia se mezcla con la tierra y los sentimientos de sus gentes fluyen como un río tranquilo. En las tabernas de madera oscura, los lugareños se reúnen al caer la tarde. «En Castilla, todo es posible», murmura el anciano camarero. Los críos corretean por las calles empedradas, algunos vecinos pasean por los campos futuros. Los mayores recuerdan refranes que atesoran siglos. Así, entre planicies y muros de barro, la vida, sin más, va. Y en el aire, como eco de antiguas batallas, flota la evocación del Día de Villalar. Los Comuneros, valientes y soñadores, alzaron sus voces en busca de justicia. Aunque el tiempo ha intentado borrar sus nombres, sus ideales perviven en el alma de estos pagos.  Pero, vean la magia, en la penumbra de una habitación lejana, Gregorio Samsa despierta convertido en un insecto monstruoso. Sus patas se enredan en las sábanas, y su cuerpo abultado lucha contra la gravedad. La metamorfosis lo ha atrapado en un laberinto de exoesqueleto y desesperación. La niña, Grete, observa a través de la rendija. Sus ojos azules reflejan la incertidumbre. «Gregorio», susurra. «¿Dónde estás? ¿Qué te ha ocurrido?». Su violín, olvidado en la esquina, yace en silencio. Las notas que solían llenar la casa ahora se han transformado en un lamento. Gregorio, atrapado entre dos mundos, escucha el eco de su antiguo hacer. «¿Quién soy ahora?», se pregunta. El astro rey, casi implacable, también quema la piel de su nuevo cuerpo. Las paredes de la morada se ciernen sobre él, como los tabiques de un castillo caído. Y así, en la encrucijada de la metempsícosis y la poesía, nuestro protagonista y Castilla se funden en un relato que trasciende a los albores. El espíritu de los Comuneros y los versos de Machado caminan en la misma dirección. ¿Qué destino aguarda al personaje? ¿Qué secretos se esconden aquí? Tal vez, en algún retiro menos negado, un nuevo capítulo esté por escribirse. Tanto es así, que un tal Tiburcio se aventura a cincelar una página en blanco. Porque la imaginación no tiene fronteras cuando se trata de implorar gestas épicas, memorables.