Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Un poeta zamorano en Palencia

08/02/2024

El lunes, en la biblioteca, se inauguró una exposición en homenaje al poeta zamorano Waldo Santos, amigo apreciado de mi esposo junto a Hilario Tundidor. Hubo tiempo y palabra compartida muchas veces. Cuando uno era joven y el coche estaba cerca, fue estupendo pasar la tarde con Waldo en Zamora. Recuerdo cómo cambió, con esperanza, Tundidor, Zamora por Madrid, ganó premios y dio estudios a sus hijos. Waldo, abogado, se quedó. No olvido una tarde: en San Pedro de la Nave, nos enseñó la iglesia visigoda como el mejor guía de turismo que oímos, dentro y fuera de nuestra tierra.
Cautivaba la expresión de su rostro y la perfección de su palabra elevada al infinito. Construida entre los siglos VII y VIII. Declarada Monumento Nacional en 1912, 22 de abril. Un lujo: mirábamos absortos, mientras mostraba el color cambiante de la piedra al avanzar la tarde. Volvimos con amigos. No fue lo mismo. Gracias querido Waldo. Llegan los recuerdos, no pude estar en la exposición. Una consulta médica lo impidió. Por la mañana, un taxi me dejó cerca. Hice el recorrido. Había llamado a varias amigas y les dije: No os la perdáis. Sabía, por su yerno, gracias Manuel Ángel, que iba a proyectarse una entrevista que le grabaron a Marcelino en nuestra casa. En ella mostraba su cariño y sincera admiración hacia la obra del amigo y sus múltiples atenciones.
No pude asistir. Y lo sentí de veras. Mi corazón me está prohibiendo muchas cosas. Todo sigue y fluye. No podemos interrumpir el curso de la vida que se nos dio. Sigo leyendo poesía, comencé con todo lo que publicó mi querido Marcelino y, ahora, al ordenar su legado, sigo con cuanto dejó sin publicar. Me escriben desde Caracas que no encuentran libros, y desde Rosario. Tampoco de José María, Urueña, Elpidio, Joaquín Galán, Miguel de Santiago… Lástima que Diputación, Ayuntamiento, Junta de Castilla y León, patrocinen con tanto ardor el deporte. Sí, de acuerdo, es rentable. Pero la mente también necesita alimento. Sería bueno dedicar unos euros a no perder la obra de sus poetas y escritores, dedicarles una antología, reeditar su obra o digitalizarla. Que pueda leerse, y, de ese modo, no olvidásemos el rico patrimonio que nos dejaron y del que, como palentinos, podemos sentirnos orgullosos.