Dionisio Lamas Muñoz

Tribunal Libre

Dionisio Lamas Muñoz


La arrogancia

31/03/2025

La arrogancia, permite al linaje humano vivir en la soledad de la altanería y se guarece en la soberbia; es incapaz de dominar sus impulsos primarios y circenses, e impulsa su liderazgo fuera del contexto social en el que se vive.
La arrogancia es el delirio de grandeza, cuyas pretensiones  son las de permanecer impertérritas en la ignorancia fuera de la lógica y de la razón, por ello decía el filósofo ingles Russell: que la lógica permite al ser humano pensar con claridad, y por ello mismo, la arrogancia se encuentra fuera del razonamiento lógico, y de la cordura.
La arrogancia es una patología y se circunscribe al infantilismo insustancial o anodino de quienes se muestran petulantes ante la sociedad, fuera del contexto vivencial; se ciñen al pasado, es decir, son incapaces de afrontar los tiempos nuevos, secuela de una inmadurez mental creciente, causada por opiniones sin contraste, obediencia ciega, libertad limitada y acogida al sectarismo; formándose un criterio empirista e individual desde la desobediencia ontológica y despótica de la persona como ser.
Las personas arrogantes no admiten consejos; su incoherencia transita en la incapacidad de discernir sobre sus actos; sus pensamientos velados traspasan la frontera de la realidad y discurren por un mundo surrealista, donde el imaginario es capaz de soñar pasados efímeros o futuros inciertos.
La arrogancia es hija predilecta del narcisismo y de la ira, su característica principal es la pedantería sui generis, cuyos fines, fuera de lugar, son los de fundar instituciones o doctrinas nuevas, y cuyas tesis se amparan en: el despecho y la soberbia, fruto de su bajeza moral, política o religiosa.
Desde los primeros tiempos de la humanidad y entre las distintas civilizaciones, siempre han surgido personajes arrogantes, los cuales han conducido a sus pueblos a la extinción, quiere decir, que la expresión arrogante es signo de destrucción individual, colectiva o institucional, y cuando las sociedades dormidas son gobernadas por hombres y mujeres psicopáticos, las repúblicas y los reinos dejan de existir por el dominio de la presunción. La arrogancia desciende del obscurantismo humano y de su afán de protagonismo inusual en la historia.

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