Sari Fedz. Perandones

Al revés

Sari Fedz. Perandones


Unas cañas

19/08/2024

Arde hoy el Cantábrico y así se hermana con las duras temperaturas que van sufriendo los palentinos hace ya muchos días. El calor sofocante anula la actividad física y mental, alienta la vagancia y rebaja los sentidos. Vamos, que está uno que no sirve para nada. Mientras tanto, los españoles estamos asistiendo a una lenta pero obstinada alienación de nuestra dignidad y de nuestra identidad, y esto influye en el comportamiento general, que tiende al desaliento e incluso al encabronamiento andante de muchos paisanos. La maraña de noticias políticas que cubre este verano produce escalofríos y carcajadas al mismo tiempo, y el esperpento se ha instalado como comentario de fin de noticiario, como anécdota graciosa,  en todo el mundo. Mientras tanto, en la playa, los niños haciendo castillos, felices, mandando mucho, teniéndolo todo…niños que cuando despierten a la verdadera realidad de lo que es ganarse la vida, se habrá acabado todo lo que se daba. La mayoría pertenecen a una clase media , hoy  destrozada, y con suerte mañana lo serán de una clase modesta donde sólo sobrevivan. Sobre todo si han estudiado. La angustia,  la desesperación y la fealdad -que emanaban de algunos de los bailes y representaciones del comienzo de las Olimpiadas de París- seres zumbados y antiestéticos- definen sin quererlo lo que puede avecinarse con un gobierno sin ley, descabezado e insidioso, que trata a sus ciudadanos como morralla, mientras con este calor, pasan en la TV este thriller de malos y buenos con perversidades e injusticias palpables y huidas de risa incluidas, que harán las delicias de los niños de diez años. Pero lo peor es que en este serial ganan siempre los malos. Son días aciagos los de este verano sin fin. Y muchas las cosas que van cambiando y se palpan. En un país sin ley, el sencillo gesto de tomar una caña en familia puede convertirse en un mal rollo. Las malas contestaciones, provocaciones, y tardanzas sin motivo, se han hecho normales, cuando hasta hace bien poco, era esa ráfaga de felicidad pasajera que daba sentido al vivir: «¡Pacooo…unas cañitas porfa!…» ! «Eso está hecho señores!»  Y lo estaba.   

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