Víctor Corcoba

Algo más que palabras

Víctor Corcoba


Riada de conflictos

26/11/2024

Salgamos de la confusión, del territorio de la barbarie y de los bárbaros. Así, en el caso de que nos sorprenda algún trance entre la realidad y la conciencia, dejemos hablar al corazón, que es donde está la fuente de lo armónico. Ciertamente, vivimos en el despilfarro del odio; y bajo esta malversación vengativa es difícil reconstruir nada, ni reencontrarse uno consigo mismo. Lo que prolifera es el aluvión de hechos violentos, dejándonos sin aire para respirar y con un sinfín de consecuencias dramáticas. 
Me quedo con las monstruosas cifras de lo que representan lo mejor de la humanidad, los trabajadores humanitarios que están siendo asesinados a un ritmo sin precedentes. Esta fanatismo es inconcebible y devastador para las operaciones de ayuda; algo que todos necesitamos más pronto que tarde. La humanidad de estas gentes y su coraje para enfrentarse a balas y bombas, debe hacernos repensar en el diálogo, que ha de sustentarse en sólidas leyes morales, que es lo que favorece la consideración hacia toda existencia. ¡Menos armas y más alma, pues!
Entremos a cultivar otras atmósferas más éticas que nos agrupen, con la estima necesaria y el respeto a las diferencias, porque en toda contienda lo que aparece destruido son los vínculos, inscritos en la vocación de la familia humana, que han de fraternizarse, con la quietud de sentirnos acompañados y queridos. Me consta que combatirse a sí mismo no es fácil, pero es la victoria más bella, porque cualquier pugna es un mal que nos degrada. 
Por otra parte, a esta empresa de absurdas batallas internas o exteriores, que lo único que generan son muertes y que están siendo impulsadas por el desprecio más cruel hacia todo ser, hay que sumarle la crueldad del hambre, otro crimen más en el contexto de un mundo globalizado que además debe de enfrentarse a una multitud de desafíos interconectados, como es la siembra del terror o el persistente cultivo de injusticias. 
En consecuencia, es de vital importancia trazar nuevos caminos con sensatas orientaciones, para lograr una paz estable y duradera en todas las zonas de conflicto, también en nuestro espacio interno, con el objetivo de restaurar la dignidad. ¡Dignifiquémonos, entonces!