Juanma Terceño

El hecho gastronómico

Juanma Terceño


¡Sírvanme bien el vino!

29/01/2025

En esta visita a los EEUU en la que estoy mientras usted lee hoy estas líneas en la versión impresa de El Diario Palentino (no si lo lee on line, por lo de «en diferido o en forma de simulación»), mi gran decepción es cómo me han servido el vino en los restaurantes. Y desde casi lo más sencillo hasta el universo Michelín, y a lo largo de casi toda California, de Los Ángeles a San Francisco, gracias a viajarxbasket, que nos ha traído por estos lares para ver partidos de NBA y turistear. 
La deficiencia se agrava teniendo en cuenta que California representa un gran % del vino producido en EEUU y que en este recorrido se cruzan Central Coast y zonas, condados o pueblos vinícolas tan míticos, al menos a priori, como Monterrey, Santa Cruz, Paso Robles, San Luis Obispo o el mismísimo Carmel-by-the-Sea. Sí, este último, el pueblo del que Clint Eastwood fue alcalde entre el 1986 y 1988, uno de esos lugares en los que me hubiera encantado tener el mando del tiempo, para haber pulsado la tecla del pause y haberlo detenido para no salir de allí.
El caso es que se me ha servido el vino fatal; blancos y tintos calientes, traídos a la mesa debajo del sobaco de camareros/as, para ser bebidos en vasos, con suerte de cristal (que alguno de plástico hubo), copas minúsculas, gruesas, carentes de presencia e incluso decencia, en cubiteras sin hielo, a precios desorbitados incluso antes de pensar en ese 20% de impuestos + el 18, 20 o más % de «gratuity», mal traducido como propina, que en realidad en este concreto asunto gastronómico significa que al restaurador/a y al camarero/a les importa una mierda lo que hayas pedido, pero sobre el precio al que lo hayas visto en carta vas a pagar un 40% más, porque los yanquis se han sacado de la chistera hace ya mucho que son los p… amos y que si te gusta bien, y si no también. Porque el liberalismo y los emprendedores ya tal, y entonces tú como usuario tienes que financiar lo que les falta de salario a los curritos, porque en la primera economía del mundo si no dejas propina los pobres camareros no van a poder ir al dentista o pagar el colegio de sus hijos. Así que, en mi más profundo desacuerdo, si sí o sí hay que pasar por el aro, al menos hagan ustedes el favor de servirme bien el vino.