Si tecleas Miguel Rabel en Google te encuentras con un personaje auténtico dedicado al estudio y la puesta en escena del rabel. Es uno de los escasos promotores de este instrumento introducido por los árabes. Entre los que alcanzaron renombre, bien por la modificación de la tipología, bien por la sonoridad de este instrumento, se encuentra el rabelista purriego Pedro Madrid, nacido en Tresabuela, constructor de rabeles y en la última etapa profesor de rabel en la escuela de Folklore de Torrelavega; también se cita a Alfredo González Largo, de Salas, en la Montaña Oriental Leonesa, o a los toledanos Heliodoro Pulido, de la Calzada de Oropesa; Faustino Espejel, de San Julián o Victoriano Petaco, de Lagartera, estos dos últimos rabelistas que aparecen en las grabaciones realizadas por SAGA, la misma casa que grabó una de nuestras propuestas de folklore perniano hace ya varios años.
Conozco, porque me pillaba a quince kilómetros y porque me he acercado varios años, el Certamen de Rabel del valle de Polaciones, una de las mayores concentraciones de rabelistas del país.
Lo cierto es que nuestro rabelista se ha dedicado en cuerpo y alma a este instrumento, ha sido integrante y fundador de varias formaciones de Música Tradicional, como Almacántaro, y Patas de Peces, con los que ha grabado varios discos y hemos tenido la suerte de disfrutar de algunas de nuestras rabeladas o lo que conocemos por Coplas Populares en la primera feria de la Cerveza celebrada a mediados de octubre en Cervera de Pisuerga. Allí entre copla y copla, nos va poniendo en escena el mantenimiento de este instrumento que a punto estuvo de desaparecer en los últimos años del pasado siglo.
Cuando el grajo vuela bajo
hace un frío del carajo.
Cuando ya no ves gorriones
hace un frío de cojones.
Cuando se emborracha un pobre
se le dice el borrachón,
y si se emborracha un rico,
qué animado va el señor.
Allá va la despedida,
que le cantan los «Menistros»,
que sin dar un palo al agua
se llevan el «suministro».