A 38 kilómetros de La Coruña se encuentra Pontedeume, singular puerto al que llegamos a primera hora de la tarde de un lunes. Es uno de esos pueblos que te invita a detenerte a medida que te acercas a la población por el puente de piedra. Me gusta pasear los pueblos a los que llego, porque detrás de esta magnífica panorámica, hay escondido un mundo y raro es el pueblo que no te atrape por algo, por ejemplo, esos elementos tradicionales como los soportales, esas casas con balcones de madera y galerías acristaladas. El espíritu arquitectónico de A Coruña lo hemos vivido en muchos puntos, mismamente en Viveiro y vuelve a repetirse aquí, en esta villa en cuya carta puebla participa Alfonso X el sabio en 1270. Además de tener aquí su parada el Camino de Santiago y el Camino de Santiago Inglés, camino que seguían los ingleses que atracaban en los puertos de Ferrol y A Coruña, Pontedeume es un importante destino turístico, y una de las puertas de acceso al Centro de Interpretación del Parque Natural de las Fragas del Eume.
Mucho que andar también en Betanzos, localidad a la que arribamos unas horas más tarde, antes de emprender el regreso a nuestro puerto de Boiro. Es el municipio más poblado de la comarca, necesitaríamos al menos un día para conocerlo, pero al menos conoceremos su renombrado casco antiguo y las puertas que se conservan de la antigua muralla.
La familia Andrade, parece que dejó su huella en la arquitectura gótica de la ciudad, aunque me recreo con la contemplación de Santa María del Azogue, que comenzó a levantarse en la segunda mitad del siglo XIV sobre otro templo de factura románica.
Nos asomamos al Palacio de los Condes de Taboada, casas y palacetes del siglo XIX, Casas góticas de la Rúa da Cerca, la torre del reloj y el Palacio de Lanzós del siglo XVII.
Tiene aquí reconocida tradición la Semana da tortilla de Betanzos, que se lleva celebrando desde el año 2011, pero ya tendremos ocasión de volver para conocerlo en profundidad y probar una de las mejores tortillas de patatas del país, aunque yo creo que no hay mejor ni peor, que las hay distintas y ahí está el mejor obsequio para estos viajeros curiosos.